Manual del Conductor/ Los reflejos y algo más

AutorRodolfo Sánchez S.

El cuerpo humano es una máquina prácticamente perfecta. Bueno, hasta la fecha no ha podido ser reproducida. Ni siquiera hay todas las refacciones completas. Ni pensar aún en cerebros, sentimientos, reflejos, actitudes.

No hay refaccionarias humanas. Ni las habrá. Por lo menos desde que el hombre pasó de los árboles al suelo para caminar en dos pies, no ha habido. Uno nunca aprecia lo que tiene hasta que lo pierde.

Reflejos

Una de las herramientas con que contamos y que como conductores usamos diariamente son los reflejos.

Algunas personas los llaman instintos. Así, por ejemplo, decimos: "me detuve por instinto", "corrí por instinto".

Todos contamos con esta herramienta, sin embargo, hay que educarla y refinarla según la actividad que ejerzamos. En este caso, es el manejo. Sus reflejos e instinto de conservación serán sus compañeros inseparables.

Ellos le ayudarán a manejar con precaución y en muchos casos a salvar su vida. Estos reflejos obedecen a lo que vemos, sentimos, oímos y tocamos.

Un pitazo de algún carro nos asusta. Cuando vemos adelante un accidente, reaccionamos. Cuando tocamos una llanta muy caliente también reaccionamos apartando la mano de inmediato y simultáneamente pensamos que quizás algo anda mal.

Cinco sentidos y más

De aquí se desprende de que usted debe de contar con todos los sentidos en perfecto funcionamiento y armonía. Por lo tanto, si le falla la vista, deberá sustituir esta deficiencia con anteojos. Un problema auditivo deberá remediarlo con un aparato para oír bien.

Y los ciegos, ¿pueden manejar? Los sordos, ¿pueden manejar? Los mudos, ¿pueden manejar? Los incapacitados en general, ¿pueden manejar?

Experiencia real

Una vez llamaron a nuestra escuela de manejo, solicitando un instructor.

Llegué yo rápido y veloz. Me estaba esperando una persona, quien me dijo que antes de comenzar la instrucción (era otro el que tomaría el curso), quería advertirme de algo.

El alumno era un joven que era sordomudo ¡ah, caray! Exclamé para mí mismo, esto no me lo enseñaron. Y los reflejos, ¿dónde quedaron?

Diálogo

Pues no había reglamento alguno que me señalara que los sordomudos no podían aprender a conducir. Cuando iba con él ya circulando, me preguntaba yo, ¿cómo le doy instrucciones? Obviamente no me escucha.

Pues bien, después de un rato pensé: este joven es sordo, es mudo, pero no es ciego.

Así que agarré mi tabla de apuntes, le coloqué varias hojas en blanco y le fui escribiendo las instrucciones, una por una.

El intento me...

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