El 'Manito' González

AutorAntonio Bertrán

En la corbata luce un fistol de perla; en la bolsa del saco negro asoma el filo de un pañuelo blanquísimo; en el librero de su estudio, junto a la escultura de una Venus de Milo, sobresale una mano articulada con el dedo medio erguido.

Al doctor Jorge González Rentería siempre le ha gustado "la belleza femenina y el vacilón". Sobre su escritorio están los álbumes con la historia de su vida profesional que el cirujano plástico de 93 años irá mostrando en la entrevista, y un folder que pide con picardía que se abra: guarda una colección de recortes a color con esculturales muchachas en biquini.

"A mí me han gustado siempre las mujeres, gracias a Dios, porque hoy son hombres con hombres y mujeres con mujeres; el mundo está chueco, papá".

Cada quien sus gustos, ¿no, doctor?

Ellos nacen así, Dios permite que así sea, y yo chitón, perrito, cada quien sus gustos y a la fregada, mano.

¿Qué le gusta más de las mujeres?

Todo.

En las paredes y sobre una mesita del estudio de la casa de Coyoacán a donde el especialista vive desde hace más de cuatro décadas, lucen reconocimientos y fotografías que lo muestran como si fuera un galán de la época de oro del cine mexicano; un Arturo de Córdoba del bisturí.

Al centro de la galería, como figura sinérgica de una vida de proezas en la cirugía reconstructiva de mano y la atención de pacientes quemados, se ve el retrato al óleo que le hizo a La Güera, su esposa María de Lourdes Beltrán Carpinteiro, ya fallecida.

La pintura ha sido otra de las pasiones de "El Manito", como le dicen de cariño al médico que se especializó en esa "maravillosa" parte del cuerpo humano que lo mismo puede crear que destruir.

Varios cuadros de su autoría con paisajes campestres, marinas y hasta la fachada de Notre Dame de París, adornan la casa de dos pisos que el médico recorre de arriba para abajo con ímpetu de chamaco.

"Me siento como si sólo tuviera 70 años", confiesa.

¿Y cuál es el secreto?

Trabajar. Yo no estoy sin hacer nada, me encanta trabajar. No he parado nunca y eso me da la posibilidad de seguir vivo y con ganas.

En la calle de Guerrero, el 22 de junio de 1920 nació Jorge, el segundo y último hijo de Socorro Rentería de Morales y Luis González Meser, quien era subgerente del Ferrocarril Mexicano.

El padre solía llevar a sus hijos a pasear en el tren que, asegura el médico con emoción, era de británicos y viajaba a Veracruz.

"El ferrocarril iba hasta Esperanza, donde empezaban las cumbres de Maltrata, y ahí cambiaban la...

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