Una luz en las montañas

AutorDaniel de la Fuente

El viento de la mañana del 18 de noviembre mece el tostado pastizal de la cima de Huetosácachi, un poblado del municipio de Bocoyna, al suroeste de la capital de Chihuahua. No hace frío y la claridad permite apreciar las casas pequeñas con techos de lámina repartidas muy lejos una de la otra, pero unidas por la construcción austera y las chimeneas humeantes por el desayuno.

Allí, sobre un sendero que lleva hacia la minúscula iglesia de la comunidad, camina una caravana encabezada por Rodrigo y Juan Llaguno, ambos hermanos ya con los cabellos blancos, de gafas y sombreros para el sol, y quienes encabezan moralmente desde hace 15 años la fundación que lleva el nombre de su hermano ya fallecido, el Obispo José A. Llaguno.

Del lado opuesto, también a paso lento, avanza un grupo de tarahumaras encabezados por el Gobernador de la aldea, Antonio, y por Francisca, líder natural. Sin dejar de cantar e interpretar sus melodías, los anfitriones danzan en torno a los visitantes que durante años les han hecho la vida menos difícil en sus áridas llanuras, agrestes barrancos y edénicas planicies.

Con este festejo, en el que no faltó el tesgüino, bebida hecha a base de maíz, y una misa impartida por Sor Carmen Rivera, la Fundación Tarahumara José A. Llaguno quiso celebrar una década y media de ayudar a la supervivencia de una de las culturas más resistentes en América a la civilización del mestizo: la de este indígena de la Sierra Madre Occidental.

Lejos de Huetosácachi y del presente, los hermanos Juan, Manuel, Rosario y Rodrigo Llaguno venían en auto por el camino que separa a la montañosa Sisoguichi del poblado de Creel. Era el 28 de febrero de 1992.

Los regiomontanos venían de recoger cosas que quedaron en la habitación de su hermano José, obispo jesuita fallecido dos días antes por un cáncer de páncreas.

Uno dijo en el camino que la misión de Pepe, como le llamaban, no podía terminar con su muerte.

"No podemos olvidar a la Tarahumara", recuerda Juan.

"En casa estuvimos muy relacionados con los jesuitas, con la sierra.

"Cuando Pepe era seminarista nos visitaban misioneros, sacerdotes. Siempre estuvimos enrolados en la montaña", dice.

Nacido el 7 de agosto de 1925, José Alberto Llaguno Farías fue el mayor de 10 hijos de una familia presente en empresas e instituciones como el ITESM.

En 1951 sus sandalias pisaron por primera vez la Tarahumara. Volvería con los indígenas en 1962 para iniciar una loable empresa en su favor, que va de la apertura de...

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