Lujo sobre desempeño

AutorAlberto Bortoni

Después de conducir un modelo como el Chrysler 200 los sentimientos son encontrados. Y es que en esta ocasión, como en muchas anteriores, la marca ha decidido favorecer el equipamiento y el lujo en el sentido de accesorios más que enfocarse en cualidades de manejo.

En calidad o calidad aparente no podemos quejarnos; el 200 es muy superior a los modelos Chrysler anteriores. Los plásticos son de mucha mejor calidad y ahora se ha minimizado el uso de plásticos duros en el interior. Es una sensación agradable volver a sentir un interior acojinado desde el tablero hasta los paneles de las puertas.

Además la marca lo ha dotado de algunas tecnologías llamativas. La pantalla de LCD en el centro tiene una interfase un poco obsoleta, pero sigue siendo llamativa.

Los indicadores están bien iluminados y en general el interior luce sofisticado gracias a iluminación de leds con luz fría.

Las bocinas para el sistema de sonido son provistas por Boston Acoustics y logran una buena ambientación del interior independientemente del gusto musical que se tenga.

Y con el sistema U-Connect de conexión bluetooth se tienen las comodidades de la conexión inalámbrica con el celular. Además, el sistema del 200 cuenta con navegación y disco duro para almacenar cientos de canciones.

Ya habrá sido evidente que la versión que hemos podido probar en esta ocasión ha sido la más equipada, la versión Limited. Esta versión cuenta además con un tren motriz bastante más sofisticado que las versiones iniciales pues trae bajo el cofre al motor Pentastar de seis cilindros.

En el 200, Chrysler ha provisto a este V6 de 3.6 litros de desplazamiento con 283 caballos de potencia.

Es una cifra más que adecuada para un auto en su segmento y con 260 lb-pie de torque y el corte de combustible a las 6,800 rpm cualquiera pudiera pensar que este es un vehículo deportivo y no un sedán equipado; pero la conclusión sería equivocada.

Contrario a lo que se pudiera pensar de un auto con este tren motriz el 200 es un auto de lujo y sus aspiraciones deportivas terminan en el cigüeñal. No es que el auto sea un modelo lento; al contrario, su aceleración de 0 a 100 km/hr es más que adecuada.

La transmisión de seis velocidades automática se encarga de mantener al motor siempre en un rango divertido pero siempre y cuando se tenga el pedal a fondo.

Si se suelta por alguna razón la transmisión supone que la intención es maximizar la economía de combustible y busca la sexta relación inmediatamente. Volver a...

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