Luis Rubio / ¿Qué nos pasa?

AutorLuis Rubio

Con su famoso "Qué nos pasa", Héctor Suárez nos puso en evidencia, pero no logró cambiar la realidad. El punto de aquel programa residía en mostrar nuestras incongruencias y, sobre todo, la indisposición a resolver problemas. Nuestras dificultades son conocidas por todos, son fáciles de identificar y no requieren de un genio para enfrentarse. Pero el hecho es que no las enfrentamos: nos quedamos atorados en el camino sin llegar a una resolución.

Los mexicanos nos hemos acostumbrado a que la salvación nos llegue por terceros. Décadas de gobiernos priistas nos hicieron dependientes al llamado de la autoridad. El Presidente era el líder, dueño y experto en todo. Sumando las formas aztecas con el corporativismo, el PRI creó toda una cultura de subordinación, sumisión y dependencia que nos ha hecho incapaces de actuar por nuestra cuenta. Todo el mundo critica al Presidente por su incapacidad o indisposición a asumir la función que tradicionalmente le tocaba al tlatoani sexenal, pero lo extraordinario es que ante la ausencia, no emerjan liderazgos alternativos que asuman esa responsabilidad. En Brasil, Chile, Francia o Estados Unidos no faltan líderes dispuestos a sacar la cabeza y convocar. Aquí sólo lo hacen quienes quieren llevar agua a su molino.

¿Cómo es posible que en un país que se dice moderno, con aptitudes excepcionales de liderazgo en personas, políticos, empresas e instituciones, ninguno emerja para forzar una transformación? La mayoría de nuestros políticos entiende perfectamente los temas, pero cuando actúa lo hace de manera interesada o dentro del espacio que le permite su cultura grupal o corporativa. La cultura priista sigue permeándolo todo: partidos, medios, empresas: todos hablan en plural, pero, con notables excepciones, sólo se preocupan de lo suyo. En el País hay centenas de líderes competentes en una multiplicidad de actividades, regiones y sectores y, sin embargo, ninguno emerge para romper la parálisis.

El País lleva años atorado, incapacitado para promover y lograr el crecimiento de la economía. En lugar de avanzar el tema en el que toda la población coincide, incluidos los intereses más recalcitrantes y reaccionarios, lo único que se ha logrado es extender las prerrogativas de la burocracia y la corrupción con una rendición de cuentas cada vez menor. Porque eso, y no otra cosa, es lo que manifiesta la reforma energética que le confirió todavía más privilegios al sindicato o la rendición gubernamental ante el...

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