Luis Rubio / Servicios

AutorLuis Rubio

En el zoológico de tigres de Guilin en China, uno transita a unos metros de los animales más temibles del mundo. A diferencia de los zoológicos tradicionales, en que los animales tienden a ser pasivos, en Guilin todo está hecho para que los animales conserven, tanto como se pueda, su ambiente natural. No se les da alimento, sino que están en un espacio en el que pueden escoger, matar y comerse al animal que quieran. Uno camina al lado de un foso que, en momentos, se siente terriblemente estrecho, al grado en que parece que los tigres podrían saltar al otro lado en cualquier instante. La sensación de impotencia y miedo es impresionante. Así, exactamente así, se sienten muchos mexicanos cuando observan la forma en que el Gobierno, sobre todo la burocracia impune e inmune, los acosa y acecha de manera permanente. El País tiene todo para ser un éxito rotundo, si no fuera por la burocracia que lo ahoga.

En los 80, cuando el País vivía uno de sus peores momentos en materia económica, las disputas al interior del gabinete y del Gobierno en general se referían a cómo enfrentar la crisis. Unos querían más gobierno otros menos; unos más gasto, otros menos; unos querían cambiar la lógica del sector productivo, otros regresar a lo que había habido 20 ó 30 años antes. El País iba a la deriva, pero las discusiones eran esencialmente conceptuales, filosóficas. En el contexto de ese marasmo, muchas empresas trataban de encontrar salidas para sus propios problemas. Aunque muchas se encontraban endeudadas, había muchos empresarios dedicados a encontrar maneras de salir del atorón. El mercado interno estaba por demás deprimido, pero muchos empresarios percibían extraordinarias oportunidades a través de la exportación. Sin embargo, por más que intentaban, algo les impedía actuar.

En realidad, uno de los problemas centrales de la economía mexicana es precisamente que, desde los 60, el mercado interno dejó de ser suficientemente grande para que las empresas pudieran fabricar productos competitivos. La exportación era una salida natural. Sin embargo, toda la estructura de la regulación estaba diseñada para el control y no para fomentar el crecimiento de la producción y mucho menos de la productividad. En lugar de hacer fácil el camino, había requerimientos de permiso para todo: para importar y para exportar. Hasta para invertir.

A pesar de la crisis y de la severa recesión que experimentaba el País, las restricciones persistían. Había una empresa que fabricaba...

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