Luis Rubio / El salario de Ambrosio

AutorLuis Rubio

Para nadie es noticia que el salario mínimo (SM) sea sumamente bajo. Quienes propugnan por un incremento por decreto siguen una lógica que parece impecable: se eleva el salario, la gente consume más, eso provoca un crecimiento en la producción que, a su vez, se traduce en una mayor demanda de empleo. O sea, un círculo virtuoso.

La idea es atractiva porque permite imaginar la solución, de un plumazo, de un gran número de males. Casi todas las propuestas por elevar el salario mínimo sugieren un incremento relativamente modesto.

Yo me pregunto: ¿por qué mejor no pensar en grande y elevarlo de 67 pesos a 250? O, ya entrados en eso, ¿por qué no mejor a mil? Si fuera tan sencillo resolver los problemas de nuestra economía hace mucho que esto ya se habría hecho.

De los 52 millones que integran la población económicamente activa, el 12.5 por ciento percibe un salario mínimo y el 23.2 por ciento recibe entre uno y dos. Esto quiere decir que el 35.6 por ciento de la PEA recibe a lo más dos SM.

El número más importante es el relativo a la concentración de empleados que perciben salarios mínimos: el 66 por ciento de todos los empleados del sector manufacturero trabaja en empresas pequeñas o micro donde el problema de productividad es mayor y los bajos salarios mínimos no son otra cosa sino un mero síntoma de ello.

La baja productividad yace en el corazón del problema económico, mucho de ello concentrado -y perpetuado- en la economía informal. La economía mexicana se ha dividido en dos grandes grupos: uno que contribuye aceleradamente a la creación de riqueza con alta productividad y altos salarios; y otro, integrado por empresas típicamente de menor tamaño que pagan bajos salarios y apenas sobreviven, aportando una productividad negativa.

Los números nos dicen dos cosas: primero, las personas que perciben menos de dos SM se concentran abrumadoramente en empresas pequeñas y medianas; y, segundo, que la productividad tiende a ser mucho menor (en ocasiones negativa) en negocios pequeños.

Quienes abogan por un incremento en los salarios por decreto pretenden que los principales empleadores del País -las empresas pequeñas y micro, o sea, quienes menos capacidad tienen de afrontar un incremento en sus costos- eleven los salarios.

Para sobrevivir con mayores sueldos, esos negocios tendrían que elevar los precios de sus bienes y servicios, lo que reduciría sus ventas, lo que llevaría a despidos. La única forma de evitar caer en este círculo vicioso sería...

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