Luis Rubio / Régimen de excepción

AutorLuis Rubio

La seguridad pública es condición sine qua non para el desarrollo del País y el asunto que más preocupa a la ciudadanía.

El problema no es nuevo, pero todos los intentos por enfrentarlo han resultado insuficientes, si no es que fallidos.

Las tres administraciones más recientes -cada una en su nivel de soberbia- han asumido el problema a su manera, pero los resultados han sido paupérrimos; lo único que es claro e indudable es que hay muchos mitos al respecto (resumen disponible en elnorte.com/estrategia), pero igualmente claro es que no existe una solución única -o mágica- al problema.

Si el Gobierno de López Obrador no reconoce este punto de entrada, su estrategia, centrada en la "Guardia Nacional", va a acabar en el mismo lugar.

La propuesta de crear una nueva estructura en la forma de una Guardia Nacional, anunciada con bombo y platillo, pero poca información, no es muy distinta a la que acompañó el anuncio de la creación de la Policía Federal hace dos sexenios. En ambos casos, se tenía una gran idea, pero no un plan para su desarrollo integral, ni mucho menos un consenso político al respecto.

El resultado fue lo esperable: la inseguridad no cedió. Las causas pueden ser muchas, pero la receta ganadora resultó fallida.

La creación de una Guardia Nacional puede ser parte de la solución o puede ser otra oportunidad perdida: todo depende de cómo se constituye, cuáles son sus objetivos, qué estrategia se seguiría y, sobre todo, en qué consiste el proyecto en su conjunto. Un mal diagnóstico -que es lo que debe suponerse pues el plan presentado carece de toda coherencia lógica- conlleva un azaroso desenlace.

Sin embargo, el peligro no radica exclusivamente en que el problema no aminore, sino en que, a diferencia de los intentos anteriores, éste viene preñado de un riesgo inconmensurable en la forma de la incorporación del Ejército en las tareas de seguridad de una manera integral, permanente y encumbrada en el texto constitucional.

Es decir, se trata de un paso extraordinariamente apurado, con consecuencias potenciales desconocidas y, seguramente, excesivas y onerosas.

Es fácil entender por qué una administración tras otra ha recurrido al Ejército: se trata de la corporación más estructurada, respetada y eficaz con que se cuenta. Ante el vacío, debilidad -y corrupción- que caracteriza a la mayor parte de los cuerpos policiacos federales, estatales y municipales (y a sus contrapartes por el lado de la procuración de justicia), la noción de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR