Luis Rubio / El problema de visión

AutorLuis Rubio

"Ningún problema puede ser resuelto con la misma conciencia que lo creó. Tenemos que aprender a ver nuevamente y de manera distinta al mundo". Así describía Einstein la forma en que se pueden resolver problemas. Buena lección para la descomposición que se comienza a observar en el País.

Los problemas se apilan. Hace meses, el actuar en una multiplicidad de frentes parecía comenzar a rendirle frutos al Gobierno y algunos números, sobre todo en materia de homicidios, parecían justificar su optimismo.

Sin embargo, en las últimas semanas parece que se destapó la caja de Pandora: la violencia y criminalidad han cobrado, nuevamente, un lugar preeminente en la agenda pública y ya no hay corporación o entidad que salga bien librada.

El deterioro era previsible en entidades cuya historia y localización geográfica las han condenado a la violencia. Aunque de horror, la situación de Iguala no es novedosa.

Pero es Querétaro el caso que cambia el panorama porque se trata de un Estado que, al menos en apariencia, había logrado convertirse en un parangón de orden y tranquilidad.

La detención de un narco mayor no es noticia en sí misma: el que haya sido miembro activo (¿hasta distinguido?) de la sociedad queretana sugiere que la podredumbre es mucho más profunda -ahí y en el País- de lo que parecía.

Esto nos deja a los mexicanos ante una encrucijada y al Gobierno ante la necesidad de revisar su estrategia.

Hoy es claro que la estrategia adoptada desde el inicio de este Gobierno no está surtiendo efecto. Como argumentaba Einstein, es tiempo de revisar el enfoque, la visión en su conjunto. Se requiere una visión de futuro, no un simple remozamiento. Guerrero no es un caso aislado: se requieren soluciones integrales.

La verdadera pregunta es si es posible atender los problemas en lo individual como si se tratara de asuntos inconexos. Mi impresión es que la disyuntiva real es entre construir algo nuevo o pretender arreglar lo existente. Por supuesto, no se trata de conceptos excluyentes, pero ciertamente entrañan visiones muy distintas del presente y del futuro.

Una visión transformadora implicaría definir como objetivo la construcción de un país moderno y de ahí derivar la naturaleza y características de las instituciones y políticas que la conformarían.

En los 80 tuvimos un conato de eso: la estrategia de reforma pudo haber sido acertada o errada, pero la visión de un país nuevo se afianzó en la población.

Lo relevante es que ningún mexicano en aquella época...

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