Luis Rubio / Primer año

AutorLuis Rubio

Cuando el estadista de Richelieu planeaba una campaña militar, uno de sus oficiales puso un dedo en el mapa y afirmó "Cruzaremos el río en este lugar", a lo que Richelieu respondió: "Excelente señor, pero su dedo no es un puente". La diferencia entre planear y lograr es enorme, y es particularmente notable cuando las tensiones se exacerban y los objetivos se entrecruzan.

Este primer año ha sido todo lo que sus partidarios y detractores anticipaban. Como preveían sus partidarios, el Gobierno ha sido eficaz y disciplinado. Existe un objetivo claro, se han reconstruido y afianzado las estructuras de control, los Gobernadores se han replegado, los partidos de oposición juegan y la agenda legislativa avanza.

Como anticipaban sus detractores, el orden no es equivalente a un plan, el desempeño económico ha sido pésimo, la inseguridad va en ascenso, la popularidad del Gobierno va a la baja y las promesas de mantener la estabilidad financiera y eliminar los obstáculos al crecimiento se desvanecen.

Más allá de contrastes, es patente que hay un Gobierno con sentido de poder. Muchos critican su formalismo, pero las formas son fondo: una expresión de orden y una convocatoria a respetar las reglas, así sean las del viejo sistema. De la misma forma, es innegable la contradicción entre el plan de Gobierno que prometía guardar la estabilidad económica, resolver los problemas de crecimiento y lanzar un proyecto transformador, con la falta de coherencia entre las diversas reformas que se han avanzado, el ánimo de no tocar intereses cercanos al PRI y una agenda económica más burocrática y política que orientada a la prometida transformación.

Luego de casi dos décadas de parálisis en materia de reformas relevantes, este primer año ha sido especialmente significativo por la obsesión por avanzar una ambiciosa agenda. Por años se habló de reformas en temas como el laboral, educativo, telecomunicaciones, energético y hacendario. En todos ellos, el Gobierno hizo una propuesta de reforma, negoció con los partidos y avanzó en su aprobación. En términos formales, el resultado es impecable. Lo único que falta para 2014 es la ley reglamentaria en materia energética, para la cual la coalición gobernante tiene los votos.

El problema reside en la calidad y contenido de las reformas y, por supuesto, su implementación. Por lo que concierne al contenido, el Gobierno hizo suya la noción de que el problema era la ausencia de reformas y no...

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