Luis Rubio / Preferencias y posibilidades

AutorLuis Rubio

En su autobiografía, la antropóloga afroamericana, Zora Neale Hurston, escribe que "ya no tiene sentido, con pocas excepciones, preguntarle a la gente qué piensa pues, en lugar de ello, lo que va a escuchar de regreso es lo que desean". Así estamos hoy en día en México: avanzando preferencias y deseos en lugar de construir oportunidades y posibilidades.

El asunto no es de preferencias, sino de las políticas que podrían llevar a lograr tasas mucho más elevadas de crecimiento y desarrollo con equidad. La concentración de poder no es buena ni mala en sí misma porque igual puede llevar a la creación de condiciones propicias para un desarrollo más equilibrado que a una nueva hecatombe política o económica.

El crecimiento depende de la inversión y ésta no está creciendo. El problema no comenzó ahora, sino desde 2016 cuando, en su campaña, el hoy Presidente Trump amenazó la permanencia del TLC norteamericano, la clave del marco de certidumbre que ha habido.

Un Gobierno puede ser duro o suave en su forma de conducirse, pero no puede obligar a la población a ahorrar, consumir o invertir: se trata de decisiones que voluntariamente toman las personas considerando su entorno.

El contexto determina la propensión del ciudadano -en su calidad de ahorrador, empresario, inversionista o consumidor- a contribuir al desarrollo y eso depende enteramente de los factores que afiancen su confianza en el futuro. Esto es exactamente igual para una familia considerando la adquisición de un refrigerador, para un trabajador que contempla la compra de una bicicleta para ir más rápido a su trabajo o para un megaproyecto industrial.

La razón por la que el TLC fue tan importante no radica en su contenido técnico, sino en la certidumbre política que entrañaba.

Un segundo componente de la inversión es el gasto público. Parte de la razón por la que la economía mexicana crece tan poco, especialmente en el sur del País, es la falta de inversión pública, sobre todo en infraestructura.

Una empresa no se puede instalar donde no hay carreteras, vías férreas, puertos y servicios confiables (como electricidad, agua y drenaje y, obviamente, seguridad) en condiciones adecuadas. Además de los obstáculos políticos y sindicales que plagan al sur del País, se encuentra una infraestructura sumamente vieja, inadecuada e insuficiente.

La inversión privada podría sustituir a la pública en muchas instancias, pero aun esas posibilidades han sido truncadas, como ilustra el caso del aeropuerto de...

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