Luis Rubio / Paso a paso...

AutorLuis Rubio

La excusa es la corrupción; la realidad es el control total.

Paso a paso, el Presidente consolida su posición, doblega al Congreso y, ahora, a la Suprema Corte de Justicia, a la vez que amedrenta a los distintos sectores relevantes de la sociedad. El mensaje es claro: aquí yo mando.

La estrategia es transparente y avanza a marcha forzada. No hay semana en que no haya un nuevo elemento en la construcción del proyecto, ni iniciativa que no avance de manera implacable, al menos en la Cámara de Diputados. Algunos elementos del andamiaje podrían parecer excesivos o innecesarios, pero el mandato es claro: ¡todo! Sin excepción.

El camino establecido hasta este momento sugiere que hay dos componentes centrales del proyecto de control: primero, neutralizar cualquier fuente de contrapeso, sea eliminándola, saturándola de empleados del Presidente o matándola por inanición.

Y, segundo, manteniendo y nutriendo el apoyo popular a través de la exhibición constante de casos de (supuesta) corrupción, encarcelados cada vez más prominentes y todo el circo que las mañaneras posibilitan.

La cuidadosa selección de candidatos a la picota sirve a los dos objetivos: doblega a las instituciones y aterroriza a vastos sectores de políticos, empresarios y líderes sindicales.

No es una estrategia nueva. Exactamente lo mismo se hizo a finales de los 80, pero con el objetivo de avanzar las reformas que hoy se quieren cancelar. El problema es que el mundo y México han cambiado tanto en estas décadas que es imposible recrear aquel sueño que anima al Gobierno en la actualidad.

Además, como en los 80, la detención de una serie de personas simbólicas no resuelve el problema de la corrupción porque no ataca sus causas y menos cuando la definición de corrupción depende de la cercanía al Presidente.

Los circos llegan por una temporada y luego se van porque la gente se asombra al principio, pero luego se harta. Lo mismo ocurre con los circos políticos: tarde o temprano se agotan porque no contribuyen a que mejore la vida diaria.

La gran falacia del proyecto de control que diligentemente construye el Presidente es que no conduce más que a la parálisis de la vida política y económica.

Sin crecimiento económico es imposible disminuir la pobreza o reducir la desigualdad regional y sin atacar las causas de la corrupción, ésta cambia de forma o de lugar, pero nunca desaparece, lo que, inexorablemente, dañará la credibilidad del Gobierno que se comprometió a combatirla.

El caso de la...

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