Luis Rubio / Paradojas del poder

AutorLuis Rubio

En su extraordinario libro sobre Quetzalcóatl y la Virgen de Guadalupe, Jacques Lafaye afirma que todos los mexicanos son guadalupanos, hasta los ateos. Casi pudo haber agregado que todos los mexicanos son priistas, hasta los panistas.

El PRI es el origen de prácticamente toda la historia política del México moderno. Nació en 1929 para incorporar a toda la sociedad políticamente activa de la época, para canalizar sus demandas y controlarla, y así se convirtió en un mecanismo de transmisión de información y participación política.

Al momento de su creación, luego de la gesta revolucionaria, se sumaron los liderazgos de toda clase de organizaciones, partidos políticos, sindicatos y milicias y, algunos años después, las organizaciones mismas. La institucionalización de la política mexicana ocurrió dentro del PRI.

Prácticamente toda la actividad política en el País a partir de ese momento tuvo lugar en el seno del PRI o en referencia al mismo. El PAN, quizá la organización más notable en este contexto, nació para oponerse al entonces PRM. La hoy llamada izquierda histórica -comenzando por el Partido Comunista Mexicano (fundado en 1919) y otras de filiación trotskista- nació en forma paralela. Aunque mucho ha cambiado con la alternancia en la Presidencia, la esencia sigue ahí.

Desde su creación en 1939, el PAN ha sido oposición: su historia y filosofía fue antipriista. Nacido en la época de la segunda preguerra, tuvo afiliaciones poco encomiables, mismas que arrastró a lo largo de sus primeras décadas, sin embargo, poco a poco adquirió las formas de la democracia cristiana europea, convirtiéndose en el partido prototípico de oposición de centro-derecha.

Partido de profesionistas, contrastaba con la base social del PRI y se distinguió siempre por su búsqueda de pureza ideológica, valores éticos y su rechazo a las formas de operación del PRI. Con el tiempo se tornó en el partido confiable y leal en el sentido de Duverger (al no buscar el derrocamiento del régimen, sino su derrota por la vía electoral), al grado de ser clave como socio legislativo en la primera ola de reformas económicas y electorales en los 80 y 90.

Todos esos atributos lo fueron convirtiendo en el partido emblemático de oposición, lo que le granjeó el triunfo a la Presidencia en el año 2000. Ese logro no fue pequeño dada la historia de monopolio del poder que caracterizaba a México, pero fue devastador para el propio PAN.

En lugar de substituir al...

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