Luis Rubio / La medida de la impunidad

AutorLuis Rubio

Ensombrecedor panorama el que presentaron los padres y deudos de miles de desaparecidos en la Avenida Reforma hace algunas semanas. Una infinidad de cruces lucía en ambos lados de la avenida, cada una representando a personas cuyos parientes -hijos, padres, hermanos- un buen día no regresaron.

Nadie sabe si los mató una banda de criminales, si los reclutaron los narcos o los detuvo la Policía. Caminar esas cuatro larguísimas cuadras de Reforma me hizo recordar crímenes de lesa humanidad en la Segunda Guerra Mundial, Ruanda, Camboya, Argentina y otros que nunca debieron existir: guerras, gobiernos torturadores o ausencia total de autoridad.

Ningún suceso ilustra mejor nuestra realidad que el de las desapariciones porque quien era responsable no actuó o, peor, se coludió con los asesinos.

La procesión no fue algo inocente. La carga política y, en este momento, electoral es más que evidente: lo fácil es culpar a la Administración -a la actual o la anterior-, pero la realidad es que el País viene experimentando una acelerada disminución del Gobierno en lo que de verdad cuenta, en la razón de ser del Estado mismo: la protección a la ciudadanía.

Una manifestación de esa naturaleza en este momento fue obviamente diseñada para desacreditar a los candidatos del PRI y PAN, respectivamente, pero eso no cambia el hecho que, como Gobierno, el mexicano le ha fallado a la población y esto no es de ahora.

De la negligencia no se salva nadie: Presidentes, Gobernadores, Alcaldes y Jefes de Gobierno en el DF son igualmente responsables de su inacción, cuando no de su complicidad.

Uno puede estar en desacuerdo con la estrategia que diseñó Felipe Calderón (y que, de facto, ha seguido Peña Nieto), pero nadie le puede regatear el mérito de reconocer que un Gobierno no puede permanecer impávido frente a la masacre que sufre la sociedad.

López Obrador criticó la estrategia en su momento con la frase "para qué le pegaron al avispero", sugiriendo que la pasividad -es decir, el statu quo- es una mejor forma de conducir los asuntos de Estado.

De ganar las elecciones, AMLO se encontraría con un panorama muy distinto al que ha venido prometiendo.

La realidad de la criminalidad no desaparece por el hecho de que un Gobierno proponga negociar con los narcos, por dos razones muy evidentes: en primer lugar, el problema de fondo no es la criminalidad misma, sino la falta de Gobierno, la ausencia de autoridad.

El Gobierno mexicano lleva décadas evadiendo sus responsabilidades...

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