Luis Rubio / Libertad y democracia

AutorLuis Rubio

Hace un par de años, cuando Italia atravesaba un momento electoral, una publicación europea acusó al Primer Ministro de padecer una enfermedad tan rara que todavía no aparecía en revista médica alguna: "proclamitis", el anuncio compulsivo de nuevas reglas del juego.

Así parece ser nuestro sistema electoral. La suma de hipocresía, desconfianza y pretensión de superioridad moral ha llevado a la construcción de un sistema electoral complejo, lleno de reglas incumplibles, restricciones que nadie está dispuesto a acatar y oportunidades infinitas para que surjan quejas, litigios y acusaciones.

Es claro que el problema yace en que se resolvió el asunto electoral antes que el del poder, razón por la cual nunca se alcanzará la plena legitimidad de los comicios. Sin embargo, me pregunto si no sería posible al menos reparar en los absurdos y excesos que el sistema entraña: ¿no sería mejor un sistema menos complejo y más liberal?

Un viejo principio legal -pienso en el reglamento de tránsito como ejemplo- es que todo lo que no está prohibido está permitido. Pero eso no siempre es así: Enrique Jardiel Poncela, el extraordinario dramaturgo español que vivió la dictadura franquista, escribió que la "dictadura (es un) sistema de gobierno en el que lo que no está prohibido es obligatorio".

Así también parece ser el sistema electoral y eso no ha favorecido la consecución de una mayor legitimidad: hay cerca de 40 por ciento de la población que consistentemente rechaza el resultado de una elección cuando éste no favorece a su favorito. En la pasada elección fue significativa la forma en que el presidente de Morena rechazó disputas sobre las contiendas que su partido ganó, pero sin empacho exigía modificar los resultados de las que perdió: si gano es democracia, si pierdo es fraude.

La paradoja es que la mayoría de las reformas de la última década -reformas cada vez más restrictivas, extravagantes y regresivas- fueron diseñadas para satisfacer a quienes de entrada rechazan el mecanismo, especialmente al líder de Morena. ¿No sería mejor retornar al espíritu de la reforma de 1996, cuyo objetivo era un piso parejo para que hubiera competencia real? Más libertad, menos controles.

No hay razón por la cual uno tenga que optar: la política y la economía son dos espacios en los que la población, en su calidad de ciudadanos y consumidores, respectivamente, decide sobre su vida. Aunque es obvio que persisten enormes distorsiones en la economía, en nada se comparan a los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR