Luis Rubio / La eterna rueda

AutorLuis Rubio

Cambió el Gobierno y cambiaron las percepciones de la ciudadanía, pero lo que no ha cambiado es esa propensión tan mexicana a destruir todo lo existente para construir algo totalmente nuevo sin aprovechar ni lo bueno del pasado ni las lecciones de los errores que antes se cometieron.

Cada Presidente se siente señalado por un ser superior para construir sus propios errores y cometer sus propias pifias.

Por encima de todo, nuestro sistema lleva a que todo se conciba en términos políticos y no en función del desarrollo: lo importante es ganar el poder e ignorar las necesidades y demandas ciudadanas.

Por eso se reinventa la rueda cada seis años, se prometen soluciones sin realizar un diagnóstico del problema a ser resuelto y se abandonan programas que sí funcionan porque los nuevos que llegan quieren imponer sus prejuicios en lugar de construir sobre lo existente, por el mero prurito de cambiar.

El punto es obvio: no existe continuidad ni el menor interés por aprender las lecciones del pasado para mejorar el futuro. ¿Cómo, en este contexto, será posible progresar?

La incongruencia entre el discurso y los resultados es patente y todo mundo la ve. Llega el nuevo equipo lleno de bríos y certezas que sabe nada excepto que el equipo saliente es incompetente e ignorante (y, ahora, corrupto), razón por la cual no es necesario consultarlo o aprender de él.

En ese primer recambio se pierde la poca experiencia y memoria histórica que existe, lo que explica los resultados tan patéticos que ocurren cuando se trata de entidades cruciales -como Seguridad Pública, la Procuraduría, Gobernación y Hacienda.

En lugar de continuidad, el nuevo equipo comienza por empujar la piedra montaña arriba que, como en el Sísifo de la mitología griega, nunca llega a la cima. Para cuando los funcionarios aprendieron, es tiempo de que llegue el nuevo equipo a empujar la piedra una vez más.

Desde luego, hay muchas cosas que deben cambiar en el País, pero hay muchas otras que funcionaban razonablemente bien. La indisposición de nuestro sistema de Gobierno para diferenciar entre estas dos contrastantes realidades explica, al menos en alguna medida, la necedad de abandonar lo que sí funciona en lugar de concentrar los esfuerzos de un nuevo Gobierno en los asuntos que efectivamente requieren una concepción radicalmente nueva.

Un ejemplo dice más que mil palabras: hoy en día se importa gas muy barato de Estados Unidos porque en ese país hay una gran sobreproducción, pero esa...

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