Luis Rubio / Apariencias

AutorLuis Rubio

A la memoria de Manuel Medina Mora.

Las calles están limpias, el turismo ha crecido de manera explosiva, los comerciantes parecen felices y los hoteles están llenos. Oaxaca parece finalmente haber roto con sus impedimentos históricos y disfruta de un nuevo momento de paz y crecimiento.

Si sólo fuera tan fácil. Lo único que ha cambiado es que los Gobiernos federal y estatal le han concedido todo a la Coordinadora de Maestros, la famosa CNTE, con lo que desaparecieron los bloqueos: los (supuestos) maestros le concedieron a la ciudadanía la gracia de vivir de manera normal, al menos hasta que comience la nueva ronda de demandas, amenazas y extorsiones. Todo lo cual impide el crecimiento.

La discusión respecto al crecimiento económico es permanente y se ameniza con discursos políticos que no atienden las causas del fenómeno y que se exacerban cuando la tasa de crecimiento es menor. Pero el problema de fondo nunca acaba por resolverse.

En el curso de las décadas se han emprendido diversas estrategias para enfrentar esta ausencia y se ha avanzado en algunos planos, pero ni siquiera se ha llegado a un consenso sobre la causa última de una tasa promedio tan baja, al grado en que, en lugar de buscar elevarla, se festina el que no haya recesión.

El primer gran problema para llegar a un diagnóstico que todo mundo comparta es lo que ocurrió en los 70, pues ahí yace el corazón de la disputa política. En esa década, la economía creció cerca del 8 por ciento anual y ése es el recuerdo que los críticos de las reformas posteriores guardan en su memoria y por lo cual siempre proponen retornar a esa era. Ahora, con AMLO, sienten que llegó el momento de recuperar ese momento idílico.

Hay dos problemas con ese recuerdo: uno es que es falso y el otro que es irrepetible.

Lo falso radica en que no se puede aislar el periodo, en que efectivamente hubo un alto ritmo de crecimiento, de las consecuencias que siguieron, pues la gasolina que impulsó ese crecimiento fue la combinación de una deuda externa creciente, la expectativa de ascensos permanentes en el precio del petróleo y un gasto público exacerbado.

Si uno toma no sólo los 70, sino los 70 y los 80 juntos, la fotografía acaba siendo muy distinta: en los 80 se tuvo que pagar el exceso de los 70 en la forma de una recesión permanente y niveles extremos de inflación. Esa era es irrepetible y acabó arrojando un patético crecimiento promedio y cada vez mayor conflictividad social.

En segundo lugar, el problema no...

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