Luis Rubio / Los alcanzó

AutorLuis Rubio

A la memoria del profesor Stephen Zamora.

Desafiar la realidad es un deporte para todos los políticos del universo. Sin embargo, tarde o temprano viene el día de rendición de cuentas.

Dilma Rousseff fue removida por supuestos "crímenes de responsabilidad" en materia fiscal, pero su verdadero crimen fue mantener un ritmo de gasto que resultó insostenible. Un juicio de desafuero es por demás serio, pero eso no quita que su país se encuentra en una situación económica crítica, producto de la estrategia económica que ella y su predecesor adoptaron y sostuvieron más allá de lo viable.

Los Presidentes Lula y Dilma se beneficiaron del crecimiento en el precio de las mercancías que, por una década, le exportaron a China. Cuando se desinfló la burbuja de los commodities, toda la estrategia de gasto creciente y reparto interminable, sin consideración al crecimiento de la productividad, se tornó inviable.

La estrategia parecía sensata: realizar transferencias con el programa "bolsa familia" con el objeto de generar un mayor consumo por parte de la población más pobre como medio para salir de la pobreza. El resultado fue inmediato: millones de los brasileños más pobres comenzaron a tener un poder adquisitivo antes impensable.

Sin embargo, el otro lado de la moneda fue absolutamente insensato: no hubo un concomitante crecimiento en la productividad y, más importante, no se modificó el programa de reparto cuando la economía se vino a pique, producto de la caída de las exportaciones.

Al final, el crecimiento espectacular que logró la economía brasileña no se aprovechó para crear motores internos que lo sostuvieran cuando se disipara el boom. Es decir, hicieron lo mismo que hemos hecho nosotros con el petróleo. La diferencia crucial es que recaudan muchos más impuestos que nosotros, pero no son más ricos: gastan como escandinavos, pero tienen una infraestructura del tercer mundo.

La remoción "temporal" de la Presidenta brasileña es un asunto eminentemente político, pero la lección evidente de los cambios ocurridos en su Presidencia es que el gasto público no es un camino sostenible hacia el desarrollo.

Una economía crece cuando existen condiciones para que se realicen inversiones y un entorno en el que crece la productividad de manera sistemática. Las crisis -como las muchas nuestras- tienen un denominador común: todas resultaron de intentos por desafiar la lógica económica más elemental.

Las espectaculares tasas de crecimiento que experimentó la economía...

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