Luis Rubio / ¿Para quién?

AutorLuis Rubio

La palabra "democracia" ha acabado siendo trivializada en el discurso político, pero sobre todo entre la población. Muchos de quienes despreciaban al viejo presidencialismo y se dedicaron a combatirlo, ahora desprecian la democracia: antes porque una persona tenía demasiado poder, ahora porque no tiene suficiente.

En su acepción más fundamental, la democracia existe para proteger al ciudadano del abuso del gobernante. En la discusión pública mexicana la democracia es un instrumento para elegir gobernantes y luego no entrometerse en sus decisiones.

¿Cuál es el balance apropiado? En el contexto de un pésimo manejo político y en la antesala del año crucial del ciclo político, es necesario debatir por qué no progresa el País a pesar de tantos cambios y reformas en todos los órdenes. Sólo así será posible salir del momento tan peligroso.

Parece evidente que hay dos asuntos que nadie disputaría como problemas medulares: la ineficacia del Gobierno y la pésima calidad de los servicios públicos. No funciona el Gobierno (y provee malos servicios) porque está mal organizado. Sin duda, hay algo de cierto en esta relación, pero es imperativo entender bien las causas porque un error de diagnóstico siempre lleva a una mala solución.

Desde por lo menos 1963, en que se crearon los llamados "Diputados de partido," el País ha atravesado por una multiplicidad de reformas políticas y electorales que, bien a bien, no lograron más que resultados parciales, aunque sí la incorporación de todos los grupos políticos.

Ciertamente, algunas reformas transformaron al sistema para bien, pero el País sigue atorado. Las reformas atacaron -en algunos casos hasta la saciedad y el absurdo- problemas entre políticos, pero ninguna ha procurado escuchar a la ciudadanía y responder a sus preocupaciones y necesidades.

No discuto la necesidad de reformar: lo que pregunto es reformar para quién. Docenas de reformas políticas y electorales -en adición a las centenas de reformas económicas, fiscales y de derechos sociales- no han logrado que se eleve la confianza de la ciudadanía en sus gobernantes, que las calles estén bien pavimentadas o que la población goce de seguridad física y legal.

Cuando uno se pregunta por qué no crece la economía con mayor celeridad, la respuesta es obvia para los ciudadanos, tan obvia que los políticos no la quieren ver: porque no hay la más mínima confianza en el funcionamiento del Gobierno. El sistema de gobierno está diseñado para extraer...

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