Luis Rubio / ¿Para dónde?

AutorLuis Rubio

"No cruces el arroyo para encontrar agua", reza un proverbio noruego que es perfectamente aplicable a nuestros dilemas respecto al crecimiento. Años de escuchar proyectos gubernamentales, propuestas independientes y discusiones interminables que contrastan con la realidad tangible me han obligado a repensar mis propias apreciaciones y reflexionar sobre nuestra propensión a cruzar el vado en busca de lo que está frente a nosotros.

Lo que sigue son observaciones y aprendizajes respecto al crecimiento económico, tema clave para el inicio de un año tan político.

Ante todo, el problema no es técnico sino político. Por muy afianzados que estén los intereses y poderes fácticos, el País tiene salidas. Lo que se requiere es una combinación de proyecto, estrategia y liderazgo. Los países que han logrado salir de su atolladero han sumado esos tres factores, en ocasiones de manera nítida y planeada (como Singapur o Corea), pero en la mayoría ha sido menos plan que la capacidad política de articular una solución. Es ahí donde nosotros hemos fallado.

Dicho lo anterior, el componente técnico es fundamental. Años de reuniones del llamado "grupo Huatusco" entre economistas de distintas escuelas lograron acuerdo sobre lo general pero no sobre lo específico. Muchos siguen pensando que la solución reside en un gasto público deficitario, en tanto que otros lo dejarían todo al mercado. Los primeros no reconocen que cuando se genera una demanda excesiva comenzamos a importar y eso nos lleva a una crisis cambiaria. Los segundos ignoran que el Gobierno está ahí para hacer posibles cosas que de otra manera no lo serían. Algunos proyectos de infraestructura no son inherentemente rentables, pero pueden hacer posible que se desarrolle toda una región.

Nuestro verdadero reto es la función del Gobierno: pasamos de uno que hacía todo a uno que no hace nada, comenzando por la seguridad. El Gobierno tiene que crear condiciones para el desarrollo, allanar el camino y darle rumbo a la economía. La solución no reside en crear una política industrial anclada en el proteccionismo, sino el fomento de la inversión en el País, empezando por el desarrollo de una industria de proveedores nacionales y extranjeros, pero instalados en México, así como de sectores de obvio potencial, como el turístico.

En Costa Rica, un país chiquitito, el Gobierno ofreció un (proporcionalmente) enorme subsidio a Intel para que estableciera una fábrica de chips. Todo mundo criticó el proyecto porque...

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