Luis Manuel Garza / Iglesias y Estado

AutorLuis Manuel Garza

El artículo 130 de la Constitución Política Federal consagra el "principio histórico de la separación del Estado y las iglesias" y en él se establecen una serie de restricciones a los ministros de los cultos que, lejos de perjudicar a las organizaciones religiosas, las benefician al impedir que su intromisión en cuestiones políticas provoquen pérdida de credibilidad. (¿Quién le cree a los políticos hoy en día?).

"Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos de culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios", establece uno de los incisos del precepto constitucional antes mencionado.

Se lo comento, pues la comunidad católica regia acaba de recibir con beneplácito el arribo del nuevo Arzobispo, Monseñor Francisco Robles Ortega, quien el lunes pasado asumió su cargo y profirió un discurso que bien vale la pena analizar bajo la lupa de nuestras leyes vigentes.

"No podemos permitir que nuestra fe y nuestra experiencia de vida cristiana, o nuestras actitudes religiosas, vayan siendo confinadas a la esfera de lo privado, sino que se mantengan siempre vigentes en el debate público.

"Partimos de la convicción de que nuestra fe no debe permanecer en el ámbito de la intimidad personal, ahí debe nacer, ahí debe crecer, pero para que sea auténtica tiene que proyectarse en la vida, y la política es un ámbito muy importante de la vida", aseguró el Arzobispo.

Lo anterior constituye una opinión que puede ser manifestada públicamente por cualquier individuo sin que constituya un agravio para nadie, pues vivimos en un país de libertades, como la de expresión, fundamental para el desarrollo democrático de todo país.

Sin embargo, convendría aclarar cuál fue exactamente el mensaje de Monseñor, para saber si su exhortación violaría o no nuestra Constitución al ser puesta en práctica por nuestros representantes en el poder.

Si el discurso del Arzobispo Robles pretende concientizar a sus seguidores sobre la importancia de participar en los procesos electorales, de ejercer la crítica, luchar por la democracia, defender nuestras libertades y buscar el bien común, todos los ciudadanos, católicos o no, deberíamos atender su llamado.

Pero si la intención de Monseñor Robles es aplicar los...

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