Luis Manuel Garza / Hillary en México

AutorLuis Manuel Garza

Existe una leyenda urbana o anécdota sobre los esposos Hillary y Bill Clinton, que los ubica cargando gasolina en una estación, en cualquier lugar de los Estados Unidos, cuando el segundo era Presidente de aquel país.

En eso, llega a la misma gasolinera un vehículo de modelo muy antiguo en deplorables condiciones, conducido por un tipo que les resultó conocido.

-Mira, Hillary -le dice él-. Es tu ex novio, con el que andabas antes de ser mi novia. De haberte casado con él, estarías en ese carro destartalado.

-No, Bill -replica ella-. Si yo me hubiera casado con él, tú estarías en aquel carro y él estaría aquí conmigo. Y además, él sería Presidente de este país.

Sin pretender indagar sobre la veracidad de la historia, cierto es que la hoy Secretaria de Estado ha demostrado ser poseedora de una inteligencia racional y emocional fuera de serie.

Más allá de sus innumerables méritos como abogada y política, destacó en su papel de Primera Dama norteamericana en los complicados tiempos del escándalo ocasionado por los encuentros sexuales entre su esposo y la becaria Mónica Lewinsky.

La forma tan extraordinaria en el manejo de la crisis la situó como una mujer brillante, en toda la extensión de la palabra.

A la par, Bill Clinton quedó evidenciado como un caballero desmemoriado (por no decirle mentiroso) al haber negado en juicio la relación con la joven, no obstante testimonios en su contra y otras pruebas más contundentes.

La pequeña querubín de 22 años había guardado intacto su ahora famoso vestido azul, manchado con semen del entonces Presidente; sólo para lo que pudiera ofrecerse.

Hay quienes aseguran que si la señora Clinton hubiese reaccionado como la mujer promedio, a gritos y sombrerazos en el mejor de los escenarios, la carrera política de ambos habría terminado ipso facto.

Pero 15 años después, ella es Secretaria de Estado de Estados Unidos de América y una de las mujeres más influyentes y poderosas del planeta.

Por eso, sus palabras impactan profundamente, como las pronunciadas el lunes pasado en la Alhóndiga de Granaditas, respaldando la guerra iniciada por el Presidente Calderón.

No pretendo rebatirla, sino analizar lo que...

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