Luis Rubio/ La integración

AutorLuis Rubio

La creciente interacción que se observa entre las economías de México y Estados Unidos ha alterado muchas de las estructuras industriales que existían en el País, ha transformado percepciones en torno a la ecología y ha socavado creencias fuertemente arraigadas.

Ejemplo de lo anterior lo ofrece el espectacular crecimiento de empresas exportadoras y todo de lo que esto viene acompañado, como el incremento en los niveles de productividad, eficiencia y calidad, así como la generación de empleos mejor pagados y más permanentes. Pero, como sabemos, no todo es miel sobre hojuelas.

En el País persisten rezagos en los más diversos ámbitos y es previsible que en el futuro cercano, la interacción entre las dos economías venga acompañada de acomodos y desencuentros mucho más agudos y complejos de los hasta hoy experimentados, además de los nuevos, impuestos por las medidas de seguridad que afectarán a las exportaciones.

Toda integración es traumática. Eso simplemente no tiene remedio. Cuando se fusionan dos empresas, o cuando una es adquirida por otra, el proceso de integración resulta extraordinariamente difícil.

Para empezar, al sumarse las plantas y personal de las dos empresas se inicia un proceso de racionalización en el que se busca elevar los niveles de eficiencia, reducir gastos y maximizar la capacidad de producción, distribución y ventas. Esto, que suena muy bonito en abstracto, entraña decisiones muy difíciles en la práctica: decisiones en las que se tiene que determinar qué plantas se quedan y qué otras se cierran, qué personas encabezan qué esfuerzos, cuántos empleados son transferidos a otras localidades y cuántos son despedidos, cómo se integran los sistemas de cómputo y de control y, en general, qué cambios se van a operar en la administración de la nueva entidad.

Pero, a pesar de la complejidad que en sí entraña la integración de los procesos productivos, muchas veces los mayores traumas ocurren cuando las empresas se han desarrollado en culturas distintas, con liderazgos fuertemente arraigados y con criterios de decisión incompatibles entre sí. Si esto suele ocurrir en el microcosmos de una empresa, es evidente que la problemática es mucho mayor cuando se suman dos o más economías.

A lo largo de las últimas décadas, muchos países del mundo han avanzado hacia la integración en bloques económicos regionales. La motivación inicial ha variado en cada caso, pero la lógica económica es generalmente la misma: multiplicar el tamaño del...

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