Luis Rubio/ Impuestos

AutorLuis Rubio

El debate en el Congreso y en los medios las semanas pasadas es muestra fehaciente de que no hay el más mínimo acuerdo en la sociedad mexicana en torno a los impuestos, el gasto público y la rendición de cuentas. Una fotografía de este proceso evidencia que la población quiere menos impuestos, más gasto y que no entiende o no le importa la rendición de cuentas.

El gobierno puede haber cambiado de partido, las intenciones de la nueva administración pueden ser honorables, pero la población ya vivió muchas de éstas y no parece estar dispuesta a creer en nada. La dinámica legislativa, que en lo general carece de liderazgos efectivos, refleja nítidamente estas perspectivas encontradas. En todo este proceso, el Presidente ha exhortado a la aprobación de la iniciativa, pero no con argumentos acerca de sus virtudes, sino con el respaldo de su popularidad.

En estas circunstancias, la iniciativa de reforma fiscal del gobierno se ha presentado mal y el Presidente no se está comprometiendo con los cambios que podrían convencer a la ciudadanía. Aun superando estos enormes escollos, al no existir un vínculo entre la ciudadanía y los miembros del Congreso, es poco el beneficio, en términos de votos legislativos, que el Presidente puede derivar de sumar apoyos entre la población. Puesto en otros términos, la popularidad del Presidente no se convierte en capacidad de negociación frente al Congreso. Es tiempo de cambiar de táctica.

Los mexicanos hemos llegado a conjuntar, de manera natural y sin reconocimiento de las contradicciones inherentes, tres nociones: la de querer más servicios públicos, la de exigir mejor calidad en los mismos, pero también la de repudiar el pago de impuestos (desde el agua hasta la UNAM, y ahora el IVA).

En estas condiciones, uno pensaría que existe un rechazo generalizado a la reforma fiscal. Lo paradójico es que ocurre exactamente lo contrario: todo mundo quiere una reforma fiscal y todo mundo está convencido de que dicha reforma le debe aligerar tanto la carga fiscal como la complejidad que hoy en día caracteriza el cumplimiento de las obligaciones en la materia.

Pero si uno escarba un poco y analiza con detenimiento lo que cada grupo y sector plantea respecto al sistema fiscal, resulta que las demandas y objeciones son de tan diversa índole, que hasta se llegan a contraponer entre sí. Es decir, cada cual quiere que se reduzca al máximo (a cero de ser posible) su carga fiscal y se simplifique la administración de sus propios...

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