Luis Eduardo Villarreal Ríos / ¿Qué país es éste?

AutorLuis Eduardo Villarreal Ríos

Con la venia de Emmanuel Carballo titulo este artículo como uno de sus libros. La pregunta es pertinente toda vez que los acontecimientos de la semana que pasó irritaron al pueblo mayoritario.

¿Es México el "país maravilloso" que concibe el Presidente, según lo anunció el miércoles en el acto del Programa de Modernización del Autotransporte Federal?

¿O, más bien, la Nación está desilusionada de los magros frutos que hasta ahora arroja la alternancia, de acuerdo con la lectura que podemos hacer de la movilización del jueves?

Al fragor de las referencias y significados pesimistas (la renuncia de Aguilar Zinser, el Peso en su mínimo histórico, la insuficiencia partidista para otorgar espacio a la irritación cívica), el poder asegura que todo está bien.

Pero sabemos que el foxismo enfrenta la peor crisis de su historia y no hay quien crea las tácticas entretenedoras del Gobierno federal, pues en este momento lo que menos importa es si Marta de Fox se lanza o no a la grande en el 2006.

Dado el carácter de la actual coyuntura, identifiquemos aquí tres posibles desenlaces o escenarios para la gobernabilidad del País: el optimista desbordante, el pesimista catastrófico y el tendencial o realista.

El mejor de los mundos posibles, se sabe, será el que resulte de un consenso amplio que conduzca a la reforma del Estado. El atorón del IVA sirve de argumento contra quienes ciñen el futuro únicamente a lo energético.

Supongamos el engarzado del rompecabezas con perspectiva de conjunto. Imaginemos al prestidigitador Santiago Creel remontando el rezago político mediante un acuerdo mínimo en el Congreso en torno a las reformas energética y fiscal.

La clase empresarial sosiega entonces sus desplegados terminantes, la inversión extranjera comienza de nuevo a fluir, los mercados se estabilizan y la moneda extranjera baja de los cuernos de la luna.

Parece sueño imposible en un lugar de La Mancha, pero así es como surgen los pactos políticos y se arriba a los consensos, cuando se ve de cerca el despeñadero, no falta alguien que descubra la tabla de salvación.

Un escenario optimista exige también una reforma laboral integral. La Ley Abascal da un vuelco y el Estado garantiza los derechos de las y los trabajadores: empleo estable, salario suficiente, libertad sindical, contratación colectiva, equidad de género, huelga.

La reforma jurídica sustrae al País del marasmo institucional. En periodo extraordinario, el legislativo fortalece la acción gubernamental y retoma...

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