Lucrecia Lozano / Óscar Arnulfo Romero

AutorLucrecia Lozano

Recuerdo con claridad el día que mataron a Monseñor Óscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, mientras oficiaba una misa la tarde del 24 de marzo de 1980. Yo vivía en Managua y trabajaba como docente en la Universidad Autónoma de Nicaragua, en el marco de un intercambio académico entre la Universidad Nacional Autónoma de México y esa institución.

La Revolución Sandinista tenía pocos meses de existencia y despertaba un genuino interés internacional. Aún no desembocaba en la deriva autoritaria que hoy recorre de la mano de Daniel Ortega, convertido en violento dictador.

Cientos de cooperantes europeos y latinoamericanos habían llegado para colaborar en la reconstrucción del país y participar en lo que se consideraba un proceso de cambio social inédito, alejado del rumbo histórico que en América Latina había seguido la aislada Revolución Cubana.

Su impulso de una economía mixta, con inversión pública y privada; su pluralismo político y religioso, y su pronunciamiento de que su postura ideológica sería sandinista -es decir, nacionalista- y que no se alinearía con los polos de la aún vigente Guerra Fría, concitaban apoyos y alianzas.

Como nación vecina de El Salvador, en Nicaragua el asesinato de Monseñor Romero tuvo un fuerte impacto. Al día siguiente de su muerte, el Gobierno convocó a una protesta-homenaje en la explanada que se extiende frente a la catedral en ruinas de Managua, irremediablemente dañada por el terremoto de 1972, y miles de personas se dieron cita en esa concentración. Yo estaba entre ellas y aún recuerdo el sentimiento de incredulidad y tristeza imperante.

Por primera vez un alto jerarca de la Iglesia católica en América Latina era víctima de un atentado de esa naturaleza, lo que provocó temor y desató muchas preguntas.

La respuesta inmediata era que quienes se oponían a las transformaciones políticas y sociales que empezaban a gestarse en El Salvador, pero también en otros países centroamericanos, estaban dispuestos a todo con tal de impedir tales cambios.

En esos momentos, los regímenes militares predominaban en Centroamérica, los canales de participación democrática eran inexistentes y la represión y las violaciones a los derechos humanos eran un asunto...

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