Lucrecia Lozano / La danza del separatismo

AutorLucrecia Lozano

Durante las más de cuatro décadas que duró la Guerra Fría en el siglo 20, el mundo consideró a los separatismos nacionales como una cuestión del pasado.

En esos años, los conflictos que predominaron en el escenario internacional y a escala regional y local obedecieron a la lógica de la confrontación ideológica entre el liberalismo capitalista y el comunismo marxista que dio vida y sentido a la Guerra Fría.

Alguien afirmó al respecto que en esa época el mundo se había pintado de negro y blanco, un paisaje político que negaba la existencia de cualquier matiz. O se estaba a favor del bloque capitalista o se estaba a favor del bloque comunista, no existían los términos medios.

Bajo ese escenario, toda expresión de corte nacionalista y toda reivindicación que abogara por la promoción de los intereses nacionales de cualquier grupo que se identificara como tal, quedaban anuladas en aras de la gran conflictividad que dio aliento a la política mundial.

La falsa idea de que tal competencia había llegado para quedarse obligó por las buenas o por las malas a que los reclamos nacionalistas perdieran impulso o simplemente quedaran sumergidos en el cauce mayor de esa lucha ideológica.

Por ello, cuando terminó la Guerra Fría en 1989, la comunidad internacional se horrorizó ante el estallido de la guerra de Bosnia en 1991. El mundo tardó en comprender e interpretar la naturaleza de las fuerzas históricas que alimentaban ese conflicto con una virulencia tal que condujo al genocidio y la limpieza étnica.

Bosnia fue el inicio de una espiral que fue desempolvando a los viejos separatismos étnico-nacionalistas que entraron en estado de hibernación durante la Guerra Fría.

La república de Yugoslavia, esa creación política derivada de la Segunda Guerra Mundial, desapareció del mapa mundial para dar lugar al nacimiento de cinco nuevas repúblicas, cada una de ellas a cual más celosa de mantener la aparente pureza de su componente étnico único, como si en el mundo actual fuera posible hablar de países compuestos por un solo grupo étnico-nacional.

Después se reactivarían los problemas de Chechenia, Timor Oriental, Quebec, Irlanda del Norte -con su contenido religioso-, el País...

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