Lucrecia Lozano / 'Back to the future'

AutorLucrecia Lozano

El PRI está de vuelta, y con el carro casi completo, como solía sucederle en sus mejores épocas. Aquellas en las que el presidencialismo dominaba la escena política nacional de la mano de un partido cuasimonolítico, cuyas huestes corporativas de sindicatos y burócratas conformaban la masa acrítica dadora de votos y receptora de canonjías.

Hoy por hoy, el arcaico presidencialismo sexenal ha caído en desuso. Ni los dislates y caprichos de Vicente Fox, ni el voluntarismo y la terquedad de Calderón impidieron que la otrora poderosa figura presidencial se desdibujara.

Ya no hay presidencialismo, es cierto, pero en nuestra inacabada democracia, ese vacío no lo han llenado otras instituciones, como el Congreso, a cuyos representantes les ha quedado muy grande el zapato de la democracia parlamentaria.

Si en el ámbito nacional el presidencialismo está de capa caída, eso no significa que el autoritarismo haya desaparecido de la escena política del País. Todo lo contrario. Sobrevive, entre otros, en la figura de los modernos-caciques-gobernadores que como nunca antes controlan la política en el nivel estatal y que con impudicia prolongan su poder e intereses al designar e imponer candidatos de relevo, algunos de los cuales son, incluso, familiares.

Tampoco el vínculo entre el corporativismo y el poder político se ha perdido. Fue un error pensar que la apertura económica, que abrió las puertas a la competencia, la globalización y la libertad de mercado en las últimas décadas, debilitaría las bases de las relaciones corporativas. El corporativismo sobrevive como una dimensión más del autoritarismo redivivo y como uno de los más graves obstáculos para la consolidación democrática.

Qué mejor muestra que la permanencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y el poder de su lideresa, Elba Esther Gordillo. La única que, a diferencia de muchos partidos políticos, ha sobrevivido intacta, sin mella y rupturas internas en la plataforma de su sindicato, a los cambios formales registrados en nuestra transición democrática. La única, además, que posee la fuerza de una sindicato nacional y un partido que será, con mucho, el fiel de la balanza en las elecciones del 2012.

Dicen que en una verdadera democracia, en las contiendas electorales unos pierden y otros ganan, y que lo que determina los resultados no son sólo los proyectos...

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