Lorenzo Meyer / La academia

AutorLorenzo Meyer

El Problema

En México, la institución universitaria tiene más de cuatro siglos y medio de antigüedad, pero sigue siendo muy frágil. Hoy, la universidad pública e instituciones afines no están pasando por su mejor momento -sobre todo aquellas que no tienen las dimensiones de la UNAM y que, por tanto, tampoco tienen su fuerza política- y son muy vulnerables a una política oficial que tiene preferencia por la universidad privada.

A raíz de una negociación en torno a salarios y prestaciones, la institución a la que ingresé como estudiante hace casi nueve lustros y en la que me desempeño como académico, está pasando por un mal momento como resultado del desencuentro entre una parte de la planta académica por un lado, y las autoridades de la institución y del País por el otro (sobre el particular, ver el desplegado publicado por el organismo gremial de académicos de El Colegio de México en Reforma, el 4 de febrero). Sin embargo, el problema que hoy afecta a ése y a otros centros similares empezó a incubarse de tiempo atrás, y es indicador de un problema mayor y que tiene que ver con la indefinición sobre el papel que realmente juegan las instituciones públicas de educación superior e investigación en el proyecto nacional, suponiendo, claro, que tal proyecto realmente existe.

La fuente inmediata de irritación y desánimo entre un buen número de académicos de las instituciones públicas de educación superior e investigación, en particular los jóvenes, se centra tanto en salarios relativamente bajos como en el desgano de los responsables de la administración para entender, atender, animar, modificar y encauzar de manera clara la vida académica. Y ese descontento se produce y agudiza en una coyuntura donde los competidores de México en el proceso de globalización -notablemente China e India- desarrollan agresivas políticas educativas e investigación de largo plazo que les permite contar, entre otras cosas, con un número significativo de universidades e institutos científicos de excelencia, donde se forman los cuadros que están activando sus economías.

El malestar que anida en una parte de la comunidad que labora en las instituciones públicas mexicanas es un compuesto donde los elementos económicos son sólo una parte, y el resto es producto de la baja estima en que se tiene, en la práctica, a la calidad de la educación e investigación científica, así como por la naturaleza de unas relaciones de autoridad cuya forja se dio a lo largo de los decenios en que dominó el viejo sistema autoritario priista, pero que en buena medida subsiste y se reproduce.

Finalmente...

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