Del Libro Malva / Invierno

AutorOlga Aguirre

Invierno llegó calladamente a nuestro jardín.

Susurrando una melodía antigua y hermosa comenzó por colorear las hojas: corazones grandes y pequeños en los chineses; carmesí, bermellón, borgoña y todas las gamas del oro en los fresnos; y el ámbar y la miel.

Pero no estaba satisfecho.

Decidió, entonces, filtrar la luz a través de las hojas coloreadas y tuvimos dos escenarios a un tiempo. En el patio recreó la luz matizada del ocaso, en el jardín del frente, la luz dorada y destellante del amanecer.

Sólo que aún no estaba satisfecho.

Comenzó a despojar a los árboles. Cada hoja fue como una bailarina que, girando girando, se deslizaba hasta el regazo de la tierra. Con el viento o con la brisa, las hojas fueron cayendo, cubriendo el jardín y el patio.

Entonces, todo el oro en un sitio, todo el fuego en el otro, conformaron una alfombra con diseños extraordinarios, cada día renovados.

Invierno seguía insatisfecho.

Dejó cantar al viento mientras deshojaba a los árboles: sinfonías que en su día recrearon Borodin y Vivaldi, arias alegres y juguetonas, melodías que traía de lugares remotos y perfumados; sonatas, canciones, romanzas...

Pero nada de eso lo dejaba satisfecho aún. Gotas de rocío cubrieron las ramas de los árboles, oscureciéndolas, cubrieron las telas de las arañas jardineras, semejando pendientes de plata, ruborizaron las mejillas de las begonias y...

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