Leyenda del ciclismo

AutorMaría Luisa Medellín

Había rodado con su bicicleta por pistas de Latinoamérica y Estados Unidos, pero en la Vuelta Baja California 1985, Raúl Alcalá recibió la oportunidad de su vida: un lugar para el Tour de Francia.

A sus 22 años haría historia, sería el primer mexicano en alcanzar la cúspide del ciclismo mundial.

De oscuras cejas pobladas y ojos café claro, sonríe satisfecho. Cuenta que ya había asistido a los Juegos Centroamericanos en Cuba y a los Panamericanos en Caracas, que le dieron el pase a la prueba de ruta en los Juegos Olímpicos Los Ángeles 84.

Ahí, tras una larga fuga en solitario, el pelotón lo alcanzó poco antes de la meta y quedó en undécimo lugar.

Raúl se encoge de hombros y se sienta en un mullido sofá, en la sala de su casa. Tiene 51 años y a diario recorre 80 o 90 kilómetros en bicicleta por el Parque Ecológico La Huasteca.

Ahora retoma el instante en el que Mike Neel lo invitó al equipo Seven Eleven que dirigía, para ir al Tour de Francia, esta competencia en etapas por la geografía francesa y países vecinos, que durante tres semanas puede superar los 3 o 4 mil kilómetros.

"En la Vuelta Baja California Neel me dijo que le gustaba mi estilo arriesgado y mis estrategias. En esa ocasión quedé en tercer lugar general. Participaban más americanos que mexicanos, era una carrera más reconocida que cualquiera en el país vecino", comparte el ciclista.

Cuando el regio preguntó por qué lo eligió entre tantos atletas experimentados, Neel contestó honestamente que otros no aceptaron por la presión que imponía el emblemático Tour.

En cambio, a él lo percibió combativo, capaz de afrontar el reto titánico y, acertó, porque Raúl sabía a lo que se enfrentaba, pero nada tenía que perder. En México escaseaban las oportunidades y conseguir patrocinadores era una entre mil batallas.

Su debut profesional en la carrera con más reflectores del planeta, con el primer equipo americano que llegaba a esas instancias, sorprendió a Raúl, quien desde chico se soñaba ahí, mientras hojeaba revistas de ciclismo en Sanborns.

Y aunque quedó en la posición 114, sólo adelante de 8 corredores, se atrevió a prometer que se ubicaría entre los 10 primeros al año siguiente (1987).

Sus compañeros de equipo: el canadiense Alex Stieda y los estadounidenses Ron Kiefel, Jeff Pierce y Bob Roll, le aconsejaron ser prudente, no adelantarse; otros se rieron.

Sin embargo, cumplió su pronóstico: terminó en noveno sitio y conquistó el Maillot Blanc, jersey que distingue al mejor ciclista joven...

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