Lecciones de fuego

AutorMauricio Guerra

Los últimos tres días estuve en el incendio de la sierra, concretamente en 5 diferentes frentes de la Ciénega de González.

El primer día trabajé frente a frente contra las llamas junto a elementos de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) y soldados, haciendo cortafuegos y contrafuegos, es decir, formando brechas por lugares que a muchos nos sería imposible caminar, ya no digamos cargar talache, azadón y machete, haciendo camino hasta dejar al descubierto la tierra (sin material combustible) de 2 a 3 metros de ancho por pendientes rectas "a como venga la montaña".

Eso último significa que no importaba si nos tocaba trabajar de arriba a abajo o de abajo a arriba -que es mucho más pesado y a veces son tramos de hasta 500 metros-; se trabajaba igual, con todo el corazón y a todo pulmón.

Cuando venía cerca el incendio y alguien de Conafor lo consideraba, se encendía fuego del camino hacia las llamas que venían, para que ambos se alcanzaran a 20-50 metros del sendero, y de esta forma al fuego que venía le fuera imposible avanzar.

A cierta hora nos llevaban agua o líquidos con electrolitos y algún alimento de donantes o dependencias federales, y nos turnábamos para comer o cenar en 15 minutos.

Me consta que hubo quienes rebasaron las 24 horas sin parar.

Al estar cansados nos turnábamos para cuidar las brechas: una persona cada 50 metros, y que no pasara el fuego por ningún motivo, si se advertía esta situación se corría a sofocarlo.

De cuando en cuando se escuchaba el grito: "¡aguas, ahí va un oso corriendo!", cuando el pobre oso lo único que quería era escapar del fuego.

LLEGA AIRE FRESCO

El segundo día inició con café, agua y algún alimento ligero, y nos dirigíamos a la montaña con un par de galletas de granola como snack.

Y por fin llegó la bendición que tanto pedíamos en silencio: dejaron pasar a personas de la sierra, gente que sabe lidiar con incendios -ha habido decenas en los últimos años-, con toda la actitud de trabajo o descansadas (los de Conafor y los soldados lo daban todo, pero ya estaban muy cansados por la lucha diaria).

Llegaron como aire fresco y se pusieron a trabajar con orden, como abejas, unos limpiando caminos, otros cuidando que no pasara el fuego, con una entrega de reconocerse, héroes anónimos que sacaron la casta.

Al final de estos días al incendio lo controlamos en zonas pobladas de la Ciénega de González, pero lo perdimos en otras áreas hacia el este y oeste de la sierra.

La lluvia o la suma de todos los voluntarios...

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