Al larguero / Claveles de enero

AutorAlejandro Tovar

Si te asomas a una fotografía se despiertan los muertos, surge el pasado y la memoria que creías olvidada aparece como un jinete en caballo blanco, en esa figura de fantasma enmascarado, con la cara sonrisa eterna del Guasón, cabalgando por la noche de Ciudad Gótica y en un destello de su incansable ingenio logra convidarnos, en el sueño irredento, a la convocatoria de sucesos que todos debiéramos tener más enterrados que Julio César el puñal de Bruto.

Porque ahora mismo la película del pueblo felino quedó en las llamaradas del dolor mirando la dicha ajena en el sábado negro, donde la violencia dio un giro a lo inalcanzable y quedamos todos atrapados en un laberinto del que no salimos aún. No nos salva ni escuchar a Pedro Yerena con su música ratonera evocando días juveniles tan lejanos. En esos intentos, hemos caminado encima de las ruinas de los sueños populares, posponiendo todos la recuperación y advirtiendo a través de la caja del milagro que Tigres reparte ahora su resaca en inglés, porque Don Pumpido extrema sus fervores tendientes a marginar sus fallas individuales y colectivas para repartir la carga entre todo mundo.

Los chicos de Nery Alberto van dominando el ejemplo fino de Oteo, misterioso guerrillero de la penumbra, que golpea por...

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