Karen Batres / Contra natura

AutorKaren Batres

De vez en cuando sale una nota de esas cosas que uno no quisiera conocer porque son contra natura.

El 2 de este mes EL NORTE, en la Sección Local, reportó un caso terrible: una madre joven mató a sus tres hijas y se quitó la vida ella misma.

De los comentarios recabados en la nota, se sabe que la madre y las hijas eran víctimas de maltrato de parte del marido, una situación que se había denunciado cuatro veces en la ciudad de Chihuahua donde residía la pareja.

También se puede especular que la joven madre sufría un quiebre psicótico porque la nota periodística relata que ella decía incoherencias y vivía aterrada porque alucinaba que el marido la acechaba, a pesar de que ya no vivía en Chihuahua y estaba bajo la protección de familiares.

Estas notas son tan impactantes y tan alejadas de lo que un lector puede lograr comprender que a veces parece que hasta los mismos medios las acaban enterrando rápido -no sin causa, por cierto, porque los familiares involucrados en casos así sufren muchísimo.

Pero tenemos que enfrentar las secuelas del abuso doméstico. Si nuestra comprensión y empatía no alcanzan para asimilar cómo se siente la violencia doméstica desde el lugar de la víctima, no es pretexto para evadir la responsabilidad social de terminar con este cáncer que destruye familias, comunidades y vidas.

Una mujer que ha experimentado la violencia doméstica suele sufrir de depresión, no sólo por la situación que vive, sino muchas veces por el daño neuronal causado por los golpes en la cabeza.

Estas mujeres encuentran dificultades para realizar las tareas del día, ya que presentan problemas para dormir o para despertarse, pérdida de memoria, dolor, mareo y un estado de hiperalerta junto con momentos de cansancio total.

Tienen ideas suicidas e intentos de suicidio en mayor número que las mujeres que no han padecido la violencia doméstica.

A largo plazo, la violencia doméstica produce secuelas de artritis, asma, dolor crónico, problemas digestivos múltiples, migrañas, pesadillas, trastornos alimenticios y del sistema inmunológico.

Estas mujeres viven con el síndrome del estrés...

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