Karen Batres / Los motivos en común

AutorKaren Batres

El Departamento de Justicia de Estados Unidos cuenta con un organismo interno de investigación que ha hecho un estudio de todos los asesinatos masivos en aquel país -como los de El Paso y Dayton, Ohio, del sábado- durante las décadas recientes, desde 1966.

Los resultados aparecieron la semana pasada en Los Angeles Times, que participó en el estudio, y a pesar de la gran variedad de individuos involucrados en estos crímenes, el estudio reveló cuatro puntos que caracterizaban a casi todos los asesinos.

El primer punto es una infancia marcada por el trauma y la exposición a la violencia, sea éste abuso físico o sexual, bullying, maltrato psicológico y factores similares que dañan la autoimagen de un niño y lo llenan de rabia.

El segundo punto es una crisis ya en la edad adulta que dispara el acto criminal. Puede ser un divorcio, perder el trabajo, la muerte de alguien querido (o alguien odiado) y la sensación de ser una persona irrelevante en el momento de la crisis. Un golpe más a la autoimagen del individuo.

El tercer punto es encontrar una fuente de inspiración, justificación o base ideológica para que el acto de asesinar y morir en el intento parezca un desenlace que termine con los problemas del individuo -porque muere o porque siente que lleva a cabo un acto ideológico, patriota, salvador del país.

El cuarto punto es el acceso a las armas. En el 80 por ciento de los tiradores en entornos escolares, los jóvenes consiguieron armas de los parientes. Quienes cometen los crímenes en un entorno laboral generalmente ya poseían armas de forma legal.

Sólo dos de estos factores ofrecen la posibilidad de controlarlos: las fuentes de inspiración y el acceso a las armas.

Tanto los medios de comunicación como las redes sociales comparten la culpa de servir como información y justificación para el asesinato masivo.

Los medios en Estados Unidos comenzaron a darse cuenta de su papel al lanzar a la fama cada miserable asesino, cada joven trastornado, cada desempleado ninguneado, cada persona terminalmente frustrada con la vida. En algunas regiones, los periódicos y medios televisivos ya no nombran al asesino para no darle relieve. Es un esfuerzo patético y de poco impacto.

Las redes sociales, que simplemente no se autorregulan, cargan con la mayor parte de la culpa como fuentes de inspiración. Hay sitios que promueven el odio hacia mexicanos, asiáticos...

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