Juan Villoro / El vértigo horizontal

AutorJuan Villoro

Cuando el escritor francés Pierre Eugène Drieu La Rochelle llegó con sus muchos nombres a Argentina quiso conocer la pampa. De inmediato, el viajero definió esos pastizales con insólita puntería. Dijo estar ante un "vértigo horizontal".

Me he servido de la expresión para titular un libro que comenzará a circular en los próximos días y que recoge textos sobre la capital escritos a lo largo de dos décadas. En 70 años, la Ciudad de México se ha vuelto 700 veces mayor. ¿Cómo atrapar esta desmesura?

El antiguo DF creció como una avasallante marea de casas bajas. En 1956, la Torre Latinoamericana surgió como la insólita afirmación de que la verticalidad era posible, aunque poco aconsejable para un territorio sísmico. "Crecer" significaba extenderse.

El novelista Carlos Gamerro argumenta a propósito de Buenos Aires: "Para una ciudad que en más de 400 años no ha conseguido sobreponerse a la opresiva horizontalidad de pampa y río cualquier elevación considerable adquiere un carácter un poco sagrado, un punto de apoyo contra la gravedad aplastante de las dos llanuras interminables y el cielo enorme que pesa sobre ellas".

En la Ciudad de México la dimensión simbólica de la naturaleza es la opuesta. No estamos ante un río tan ancho como un mar ni ante un llano infinito. Los fundadores de este espacio provenían de una gruta y se instalaron en medio de montañas. Si, como afirma Gamerro, los altos edificios representan en Buenos Aires un desafío a la pampa y al río, en México la horizontalidad ha sido una manera de señalar que los edificios no deben competir con los volcanes.

Durante el siglo 20 los brotes verticales tuvieron poca fortuna. En los años 60, Mario Pani diseñó la Unidad Habitacional Tlatelolco, novedoso conjunto integrado por rascacielos que completaba la Plaza de las Tres Culturas.

Zona pionera en edificios altos, Tlatelolco adquirió trágica reputación el 2 de octubre de 1968 cuando se convirtió en la plaza de los sacrificios. Diecisiete años después, fue uno de los espacios más castigados por el terremoto. Lugar marcado por el drama, sugería que aquí la verticalidad acaba mal.

Otros intentos de elevación tuvieron suerte similar. En 1966 el empresario Manuel Suárez y Suárez adquirió el pacífico Parque de la Lama en la colonia Nápoles y planeó algo que parecía (y era) delirante: el edificio más alto de...

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