Juan Villoro / La pulgada decisiva

AutorJuan Villoro

El tiempo mexicano alterna las rondas del apocalipsis y el carnaval.

A pocos días de la matanza del 2 de octubre se inauguraron los Juegos Olímpicos más sorprendentes de la historia. Dick Fosbury saltó de espaldas y perfeccionó su extravagancia usando zapatos de dos colores. Leonid Zhabotinsky desayunó cinco melones, levantó más de

200 kilos y sostuvo la bandera soviética con una mano en el desfile de apertura. Bob Beamon se entrenó para el vuelo escribiendo poemas; con ese combustible logró un salto de longitud de 8.90 (la marca fue tan asombrosa que los jueces dedicaron 20 minutos a medirla).

Felipe "El Tibio" Muñoz lloró en el podio de la Alberca Olímpica al escuchar el himno y demostró que en este valle de pasiones nada es tan contagioso como el llanto. Natasha Kuchinskaya reveló que la belleza es más fuerte que la gravedad: cuando mantuvo el equilibrio en la barra, desequilibró para siempre a una generación.

Desde el momento en que Queta Basilio encendió el fuego griego en el pebetero de Ciudad Universitaria hasta las palomas de despedida, la justa fue digna de la fanfarria que Carlos Jiménez Mabarak compuso para la ocasión.

El diseño pop de los carteles promovía los Juegos como un alarde de la modernidad. En materia de deporte y propaganda, México parecía al fin "contemporáneo de todos los hombres", como Octavio Paz pidió en "El Laberinto de la Soledad". Sin embargo, los estudiantes que habían exigido democracia pagaban su osadía en la cárcel.

El público recompensó con entusiasmo a los atletas, pero también tuvo arrebatos conservadores.

Gustavo Díaz Ordaz fue aplaudido en la ceremonia inaugural. Mi padre lanzó un solitario grito de repudio en la zona donde nos encontrábamos. El abucheo colectivo se reservó a la delegación soviética por la reciente invasión de Checoslovaquia.

Días más tarde, Tommie Smith ganó el oro en 200 metros y John Carlos el bronce. Al escuchar el himno, alzaron puños enfundados en guantes negros. La melodía de "Las Barras y las Estrellas" se mezcló con silbidos de reproche. Yo tenía 12 años y no entendí el gesto. Mi padre me explicó que protestaban contra el racismo. Una vez más contradijo a la multitud y aplaudió mientras los otros protestaban.

Smith y Carlos fueron separados de la delegación olímpica y no pudieron continuar su trayectoria. Lo mismo sucedió con Wyomia Tyus, ganadora del oro en 100 metros planos en Tokio 64 y México 68, quien se...

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