Juan Villoro / El nombre del aeropuerto

AutorJuan Villoro

La primera fase del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México se terminará en 2020. Ignoro si la obra ya tiene nombre definitivo. Me interesa especular al respecto por el puro gusto de hacerlo, pues no aspiro a influir en quienes bautizan edificios desde una oficina de Gobierno.

"¿Qué hay en un nombre?", se pregunta a los 13 años Julieta. Se refiere, por supuesto, a la pugna que enfrenta a los Montesco y los Capuleto sólo por apellidarse de ese modo. Más allá de los trágicos amantes de Verona, la frase sirve para revisar el bautizo de las cosas.

¿Qué hay en la nomenclatura mexicana? Héroes y fechas que se repiten hasta la obsesión.

Nuestro actual aeropuerto se llama Benito Juárez como se podría llamar Constitución o 16 de Septiembre. Sin regatearle méritos al "Benemérito de las Américas", me atrevo a decir que es recordado en demasiados sitios.

Sería lógico que su temprana afición a la flauta nombrara un conservatorio en su natal Guelatao, pero cuesta trabajo asociar su rostro de peinado inmutable con las pistas de aterrizaje.

En forma heroica, Juárez llevó la Presidencia a cuestas en un carruaje. Su escape para preservar la soberanía estuvo marcado por el ajetreo, no por la aviación.

¿Acaso no tenemos logros aeronáuticos? Gabriel Zaid aporta este dato revelador: "El primer envío mundial de cartas por avión fue de Pachuca a México, el 6 de julio de 1917".

La tendencia mexicana al "homenaje genérico" ha producido calles como Obrero Mundial o Municipio Libre y teatros que se llaman Orientación o Ferrocarrilero. En esa tónica, el nuevo aeropuerto se podría llamar Correo Aéreo.

Mejor sería asociarlo con un destino. Si el aeropuerto de Río de Janeiro es el Santos Dumont, no estaría mal que el nuestro fuera el Francisco Sarabia, pionero de la aviación civil.

¿Hay más candidatos? Hablé del tema con mi amigo Chacho y contestó en tono de burla: "En cualquier oficina de Gobierno sobran aviadores".

Seamos serios: la forma más alta del vuelo es la poesía. Ya Nayarit honró a Amado Nervo en su aeropuerto, y al revisar el catálogo poético salta -o más bien despega- el candidato perfecto: Carlos Pellicer, autor de "Práctica de Vuelo".

Si Pellicer llamó a Salvador Novo "poeta chofer" por lo mucho que conocía el gremio de los taxistas, para el que publicaba un boletín, Zaid propone que Pellicer sea llamado "poeta aviador". Estos versos avalan su argumento: "Desde el avión,/ vi hacer piruetas a Río...

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