Juan Gelman: Los nuevos frutos del lenguaje
Autor | Minerva Margarita Villarreal |
"oh tórtola" decía butch butchanam
"amas la ceguera
y yo convertí mi corazón en ceguera
para que vueles alrededor de él
y te quedes"
Que hay cielo, aves y cuerpos a lo largo de los lamentos de Sidney West es no sólo una constante, sino el engarzamiento donde se define una poética. La poética que sobrevive, desolada e irónica, a la luz de la muerte. Muertos, difuntos, cadáveres. Gallinas, cormoranes, águilas. Tábanos, abejas, ruidos de moscos que aquejan la conciencia. Estados nombrados (Ohio, Louisiana, Alabama) para configurar una geografía itinerante desde la misma "dolora" o muerte. Y así, por ese viaje tránsfuga que la acción metafórica emprende llegar a los estados del despojamiento. Y entonces pronunciarlos en su zona herida, parte por parte, encumbrarlos como la transfixión de Santa Teresa:
"¿quién aquí sangra? ¿yo?" decía
roy hennigan
"¿quién pega o peca o perra de mi estar?
¿con quién resisten estas partes?"
ya preguntaba en bestia dado
con la mirada recorrió sus llagas
Lamento por el furor de Roy Hennigan
Se bautiza al "muererío" en esa dimensión, elevada por la hondura, por la acción de cavar en lo negro. Surcar en la descomposición, moldear con la materia pútrida:
¿dónde andarán? ¿por qué cielos?
¿cómo cavan
su marcha hacia el fulgor?
Lamento por el furor de Roy Hennigan
Norteamericanos que llegan remando desde mares del sur en sus aposentos funerarios para poblar con sus rostros las páginas. Voces levantadas desde una pampa indómita, movediza, que gotea su nostalgia surcando en otros cielos. Remedos. Porque el lenguaje no traiciona. El lenguaje, a medida que vamos acercándonos al final del cementerio, crece en la intensidad del balbuceo. O cómo llamar a esas recónditas palabras sin posibilidad de diccionario:
"escátame la sepa" roy joseph gally decía
y una calandria o perro o gran trasluz
le levantaba el buey tranquilo
le metía la boca en la carona
le daba dura escarrabeca
Lamento por la llama de Roy Joseph Gally
Orígenes, partículas de una región que así se quiere, en esa manera concreta de hablar. Esa región o drama poético, piezas de voces que acercan al abismo que la persona ida nos lega. Y, ya con su ausencia, el vacío explorado por la palabra abre las posibilidades de un mundo. La fiesta es, pues, de muertos que reverberan en una dimensión distinta, con un lenguaje desacostumbrado, novedoso por la mudanza de voces que pide, por el desmantelamiento del uso convencional para remontar lejos, en las raíces mismas de la tradición poética hispánica: hermosa es la mi llama, es un verso cuya construcción restablece la tensión, por vía del desarreglo sintáctico, que el hipérbaton exige siempre subordinado a la tirana belleza.
Y el animalito es no sólo eso, un...
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