Josefina Leroux / Violencia en las aulas

AutorJosefina Leroux

Lo que más adelante relataré me hizo recordar aquel pasaje de 1857 en Nueva York en el que encerraron a mujeres trabajadoras de la fábrica Shirtwaist por protestar por sus abusivas jornadas laborales. En represalia fueron quemadas allí mismo, lo que dio origen al Día de las Mujeres.

En 2020 no hay fuego, hay otras formas de violencia para someter a las trabajadoras y una de ellas es quemarlas emocionalmente.

Podría esperarse de fábricas donde se realizan trabajos repetitivos alienantes, de empresarios sociopáticos que se enriquecen por la explotación de sus trabajadores a quienes incumplen garantías y derechos, pero el caso que hoy describo es de un emporio de colegios privados que en esta pandemia prácticamente secuestra a sus maestros.

Hay muchas formas de secuestrar. Una, la conocemos todos, es llevar forzadamente a una persona a un lugar desconocido para pedir a la familia un rescate. Existe otra forma exprés en la que se engaña a una persona a que vaya por su voluntad a un hotel mientras a la familia se le extorsiona, haciéndole creer que ha sido secuestrada para solicitarle una cantidad para liberarla.

En medio de una pandemia que amenaza a las personas con el contagio y muerte, hay otra modalidad, la que practica un grupo de colegios internacionales bilingües de cadena nacional, iniciado en Monterrey en los años 70, en el que se exige a personal docente y a empleados presentarse a trabajar en las aulas bajo amenaza de perder el trabajo si no lo hacen.

La denuncia viene de quienes sufren exceso de exigencias bajo amenazas.

¿Ya presentaron su caso en el Ministerio Público?, les pregunté. "Nos despedirían", responden. Enfatizan que su propósito es llamar la atención a las autoridades que no han querido ver lo que sucede.

Aparte de ajustarles el sueldo, bajarles bonos y prestaciones, les exigen ir a dar clases desde el colegio, estar ahí de forma presencial en juntas, con supuestos protocolos de salud que son falsos, ya que aunque hay compañeros enfermos tienen que seguir asistiendo.

Muchas de las maestras son mamás y tienen que dejar solos a sus hijos o gastar gran parte de su sueldo para que los cuiden en casa.

El Gobierno fue muy claro: hasta que haya semáforo verde regresamos a la escuela. Aquí en Nuevo León ni siquiera la inspectora de zona se interesó por ver las condiciones de trabajo que exige este colegio. Hablaron con ella y la respuesta fue que al ser una institución privada ellos deciden qué hacer con su...

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