Josefina Leroux / 'Talk shows'

AutorJosefina Leroux

Las conferencias mañaneras se han convertido en "talk shows", ese estilo de comunicación mediática que, según Wikipedia, tiene su origen en los años 60 en Estados Unidos cuando el animador Phil Donahue improvisaba en la TV con invitados especiales.

Algo así parecen las mañaneras presidenciales: un experimento de comunicación para el pueblo con invitados del equipo de Gobierno ante los medios y asistentes -muchos de los que ocupan la primera fila actúan como paleros del protagonista del show.

Ningún Jefe de Estado había dado una comparecencia diaria, una comunicación coloquial, pero vertical, como es siempre la que proviene del que ocupa una silla del poder.

Son ruedas de prensa de un mandatario que pretende dar la nota para permanecer en boca de la opinión pública y marcar la agenda de los medios. Ejercicios de un discurso subjetivo que después de 11 meses empiezan a ser predecibles y aburridos, no sólo porque repite información irrelevante, sino porque en frecuentes ocasiones refiere datos inverificables, como es el caso de la seguridad y sus programas sociales.

El actor del show subestima a su audiencia, ya que también dice "afirmaciones no verdaderas".

Lo han descubierto no sólo medios como los de Grupo REFORMA, también lo ha documentado Spin, la plataforma que estudia todas las mañaneras haciendo un análisis exhaustivo de su contenido, y que encontró que hasta el 30 de septiembre, había lanzado 12 mil 030 aseveraciones de este tipo.

El Presidente se mueve en un terreno que él describe como "liberal", según él no represivo, pero prescriptivo y violento cuando alguien de poder duda de su estrategia, como el General en retiro Carlos Gaytán, que dio lugar al pensamiento delirante de un golpe de Estado.

En su show diario, al Presidente lo traicionan sus emociones cuando se siente exhibido o confrontado. En esos momentos saca su espada de Damocles, su lengua para juzgar, pone motes irrespetuosos y humillantes a sus críticos, a los que no pierde oportunidad de denostar con una sonrisa en los labios, sabedor del poder que ejerce en sus fans.

Les habla a sus electores, a aquellos quienes ostentan una identidad colectiva, al pueblo que llama sabio para fusionarlo y empoderarlo, persuadiéndolo para ver a los otros que protestan y critican como conservadores, como enemigos, como corruptos y moralmente derrotados.

Parecería que las nuevas guerras políticas son verbales.

El filósofo Nietzsche nos advierte de la peligrosidad del lenguaje...

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