Josefina Leroux / Nuestros supremacistas
Autor | Josefina Leroux |
Hace unos días desfilaron supremacistas blancos fortalecidos por discursos pronunciados por el Presidente de Estados Unidos.
Vimos claramente cómo durante esta marcha en Charlottesville, se atropelló a gente inocente sólo por tener un origen diverso y otro color de piel. La nota de EL NORTE informó que murió una mujer y 19 personas fueron heridas.
En México no hemos presenciado ese tipo de marchas, pero vemos otras formas de atropellamientos que pasan desapercibidos y hasta se aplauden.
Se hacen rodando por el País en un autobús amarillo para infringir los derechos de minorías de la diversidad sexual, ostentando su supremacía heterosexual y moral que, dicen, representa a la sociedad, igual que lo están haciendo los blancos fanáticos en el país vecino.
El "Autobús de la Libertad", como le llaman sus miembros, propaga la descalificación y su intolerancia a los que abogan por sus derechos para formar una familia.
Para ellos, sólo la pareja heterosexual casada tiene derecho a hacerlo. Se amparan en interpretaciones religiosas y científicas manipuladas a su conveniencia.
Cuando son criticados, los que integran ConFamilia se burlan de la intolerancia de quienes demandan tolerancia, inconscientes de la premisa ética voltaireana que repetía Carlos Monsiváis: "Lo que no es tolerable es precisamente la intolerancia, el fanatismo y todo lo que pueda conducir a ello".
Según Juan Dabdoub, su dirigente -el hombre que, con su mano, tapó la boca a una joven manifestante en un video que se viralizó-, "el Consejo Mexicano de la Familia busca que la educación de los menores se haga bajo los preceptos morales y religiosos de los padres como lo establecen los tratados internacionales sobre derechos humanos".
Según este organismo, si la naturaleza les niega hijos a una pareja de homosexuales, el derecho no puede dárselos. Una falacia insostenible en la práctica, ya que se negaría entonces la adopción a las parejas infértiles como también cualquier tratamiento de reproducción asistida.
Estos supremacistas que defienden a la familia nuclear por natural, ignoran las etapas de evolución de esta institución; no saben que empezó por grupos de hombres y mujeres que se pertenecían.
Afortunadamente, y en contraste con estos fanáticos, los representantes de las Iglesias han reflexionado sus posturas que sólo llevaban a la exclusión, la división y el odio, y están modificando sus discursos.
Dos noticias recientes son pruebas de esta evolución. La primera refiere a la...
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