Josefina Leroux / Sacude tu conciencia

AutorJosefina Leroux

Aprendimos que la vida era un sinfín de rutinas que seguimos como autómatas por años, por décadas y, de pronto, se detiene el mundo y demanda quedarse en casa.

Allá afuera entre la gente circula un virus contagioso que puede acabar con la vida de los más queridos. Estaremos en pausa alejados unos de otros, por difícil que esto resulte.

Es curioso que en Japón lo hagan voluntariamente sin urgencia sanitaria. El psicólogo Tamiko Saito acuñó el término "hikikomori" en 1998 para describir la elección por el distanciamiento social de quienes sufren fobias o timidez extrema, entre otros problemas.

Lo que en otro país ha sido un síntoma de enfermedad social y una rara práctica, hoy se prescribe en el mundo para romper cadenas de contagio. Se recomienda el confinamiento, ya que no se sabe de cierto quién puede ser portador del Covid-19.

En países autoritarios de control extremo, el Estado sabe quién está infectado y pueden ubicar sus redes sociales para sólo a éstos recluir. En el extremo, sin mediciones, todos son potenciales portadores, debido a la alta movilidad social en lo cotidiano.

Es la realidad que nos toca vivir y muchos asumimos voluntariamente el confinamiento como la mejor forma de reducir el esparcimiento del virus, prevenir la gravedad y la muerte de al menos el 5 por ciento de la gente.

No será fácil este cautiverio. No lo es para los "hikikomoris" que lo hacen por elección, menos aún para quienes lo sienten como una obligación.

Confinados o en las calles, estas crisis -la de salud y la económica, que viene en consecuencia- serán mayores si nos dejamos llevar por las emociones, por la frustración o el miedo, si perdemos el autocontrol ante esta inédita realidad que tenemos ante nosotros.

Estamos acostumbrados a ignorar la higiene mental, pero en esta emergencia es la clave para mantener el bienestar.

Significa que debemos estar atentos a aspectos básicos: a comer bien, ejercitarnos y respetar horarios de sueño. Después sigue informarnos de buenas fuentes y no obsesionarnos con noticias en redes que suelen incluir falsedades.

La tecnología digital en manos de todos es un avance extraordinario, pero favorece la proliferación de mensajes que tienen el poder de provocar confusión y emociones enfermizas. Si no hay pensamiento reflexivo puede darse hospedaje a pensamientos catastróficos que activan la ansiedad o una depresión.

El tiempo es un enemigo...

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