Josefina Leroux / Espacios para la paz

AutorJosefina Leroux

Empezó como un proyecto para la paz en las tribus de Kenia en los años 80. Diez años después se practicó en Colombia formando parte de las negociaciones con los jefes de guerrillas de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia); el fundador es un misionero de la Consolata: Leonel Narváez.

La Fundación para la Reconciliación, fundada en el 2001 en Colombia, propone a través de las Espere (Escuelas de Perdón y Reconciliación) un Sistema Nacional de Reconciliación, un gran foro en donde la reconstrucción interior de personas, grupos y comunidades constituya una primera intención para que, en consecuencia, se articulen redes de intercambio de modelos pedagógicos y otros esquemas culturales comprometidos con la vida y la dignidad humana.

Las Espere llegaron a Nuevo León, donde tienen pocos años de ensayarse en algún Cereso, pero el desinterés de funcionarios gubernamentales ha impedido que este proyecto se utilice para crear más espacios para combatir la violencia trabajando por la reconciliación y la paz.

Cuando en procesos terapéuticos pregunto a la gente por qué no ha perdonado, expresa las mismas razones de distintas formas: nadie les ha pedido perdón o, si se les ha propuesto, la petición no ha sido sincera. Frecuentemente tampoco pueden perdonar porque continúan las ofensas.

¿Qué sucede cuando la gente no se perdona ni se reconcilia?

Hallazgos de la psicología señalan a la rabia acumulada, el rencor y los deseos de venganza como principales precursores y perpetradores de la violencia. Ocurre en lo individual, pero también colectivamente. Existen grupos y comunidades lastimadas y agraviadas de las que poca conciencia se tiene, menos aun del cúmulo de resentimientos por la violencia vivida.

Pero no puede pedirse un arrepentimiento al inconsciente o al que ya está inmerso en escalas de violencia sin control, de la que también acaba siendo víctima. El poder entonces, para evitar la perpetuación de la violencia, está del lado de los vulnerados para terminar el círculo perdonando y abdicando a la venganza.

La figura de Cristo divulgaba poner la otra mejilla. No es el caso. Sería incluso humillante convencer a alguien de perdonar con la posibilidad de volver a ser agredido.

En vez de eso: invitar a reflexionar, que ejercer el odio no sana el...

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