Josefina Leroux / Errores humanos y malas prácticas

AutorJosefina Leroux

La última vez que abordé en estas páginas el tema de la iatrogenia (daño al paciente ocasionado por el médico, medicinas o tratamientos), me escribió una doctora muy enojada, justificándola.

"Somos humanos", me decía en su mensaje. "Podemos equivocarnos".

Que se lo digan a la madre del bebé Fernando Jonathan, o a él dentro de unos años.

Él perdió la vista con la intervención de un oftalmólogo pediatra, Armando Cisneros Espinoza, al extraerle el ojo sano en lugar del afectado.

Es cierto, todos los médicos pueden equivocarse, pero la ciencia médica ha desarrollado políticas hospitalarias para reducir los riesgos a su mínima expresión, con protocolos que han de seguir literalmente las instituciones de salud. Así se hace en otros países.

Acompañando a una amiga a una cirugía en Estados Unidos, me llamó la atención que justo antes de meterla al quirófano, llegaron tres médicos y cuatro enfermeras, sin exagerar, a preguntarle cuál era su nombre, de qué la iban a operar, cuál iba a ser el procedimiento, de qué lado era la cirugía. Tenían que ser gringos, le dije.

Me refería a la puntualidad con que ejercen su profesión. La amenaza de una demanda y de perder su licencia están de por medio, amén de su profesionalismo. Lo mismo sucede en las instituciones de salud, por lo que han establecido protocolos que siguen al pie de la letra para evitar la mayoría de los errores humanos.

"El cirujano oftalmólogo no siguió los protocolos médicos y de información establecidos por el IMSS", declaró una autoridad del organismo deslindándose de su responsabilidad.

¿Y ya con eso explica la tragedia? Si los médicos no cumplen los protocolos se debe a que el sistema de salud lo permite. Este caso no es una excepción. Los periódicos documentan frecuentemente este tipo de incidentes.

El caso del bebé Fernando Jonathan me hizo recordar cuando era niña y mi nana llegó inconsolable con mi madre a contarle que le habían sacado las muelas equivocadas.

También recordé cuando después de haberme causado disfagia (atragantamiento) le pregunté al neurólogo: "¿Realmente es experto en estos tratamientos?". Me respondió: "El experto es el que se equivoca muchas veces y aprende de sus errores".

Pero una cosa es la formación de un médico, en la que intervienen profesores que dirigen y se hacen responsables por los ensayos de sus pupilos, y otra, muy distinta, que alguien se asuma como experto, cobre como si lo fuera y tenga errores de principiante por no molestarse en...

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