Josefina Leroux / Divorcios a la carta

AutorJosefina Leroux

El matrimonio es voluntario. El divorcio empieza a serlo.

"Mandaron al diablo al matrimonio", dice una licenciada en Derecho que labora en un juzgado familiar. "Desde que se adoptó el divorcio incausado tenemos filas de expedientes para trámite de divorcio".

El divorcio se ha convertido en un trámite rápido, incluso más sencillo que el de un divorcio voluntario, pues básicamente consiste sólo en solicitarlo sin declarar un motivo para que el juez disuelva el matrimonio.

Eso porque no hay "litis", es decir, no existe un pleito, dice la abogada del juzgado, que consistía en agotar todas sus etapas: darle oportunidad al demandado de que contestara, calificar las pruebas y desahogar una audiencia.

Antes de esta modalidad, un divorcio tardaba años y a veces nunca se resolvía. El sufrimiento de las familias, una vez iniciado el proceso, era inconmensurable.

Existía un cónyuge culpable y otro inocente, pero ahora ya no. Había uno que quería divorciarse y otro que podía ejercer el poder de negárselo a costa de lo que fuera, incluso del sacrificio de toda la familia.

Hoy se han multiplicado los expedientes sobre divorcio, pues con la facilidad del proceso se han duplicado o triplicado los casos.

Según datos del Inegi, el divorcio aumentó un 74.3 por ciento entre 2000 y 2011 en México, alcanzando una cifra nacional de 18 divorcios por cada 100 matrimonios en 2013. En Nuevo León es de 26, en Chihuahua llega hasta 33, pero en Oaxaca no pasa de 5 divorcios por cada 100 matrimonios.

La dependencia de la mujer y las creencias religiosas son factores influyentes para que la pareja siga casada.

Le pregunté a un sacerdote qué significado tiene, en su opinión, esta forma de divorcio.

"¿Dónde queda el valor del compromiso, de la palabra dada, del esfuerzo? ¿Dónde queda el valor del sacrificio en su más auténtica expresión para alcanzar los valores más altos?", dijo el ministro.

"¿Dónde queda el valor de la donación, de la entrega, de la generosidad?, y para los que tenemos fe, ¿dónde queda Dios?".

Desde la psicología social, el divorcio incausado ayuda a dar por terminado un contrato conyugal en el que los "socios" dejaron de coincidir en la continuación de un proyecto compartido simplificando el proceso y los trámites para efectuarlo.

Si el ser humano es temporal, todo lo que lo alude también lo es. Si los votos sacerdotales pueden revocarse, ¿por qué no los matrimoniales?

La obligatoriedad del matrimonio quizá hacía más santas a las parejas, no sé, pero no...

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