Jorge Volpi / Tubos

AutorJorge Volpi

En "Metafísica de los Tubos", la escritora belga Amélie Nothomb nos hace ver que los seres vivos, y por supuesto los humanos, somos esencialmente eso: tubos móviles, con un par de aperturas principales por las que circulan y se procesan los alimentos.

Tubos enhebrados por mil tubos adicionales: venas, arterias, vasos linfáticos, en un sistema de irrigación interna que sigue el mismo patrón fractal que se repite en toda la naturaleza.

Tubos, habría que añadir, obsesionados con construir más tubos, con ensamblar una vasta red de agua, de electricidad, de telefonía y, a últimas fechas, de fibra óptica. Y tubos, en fin, decididos también a perforar y sacar provecho de esta gigantesca tubería que nos rodea.

A lo largo de estas semanas, en México no hemos hecho otra cosa que hablar de tubos, convertidos de pronto en la justa metáfora de todo lo que no funciona en nuestro País.

Vista con rayos X, nuestra República aparecería como esa gigantesca red de -llamémoslos ya así- ductos que transporta ese oro negro y sus derivados que López Velarde adscribió al diablo. Una inmensa retícula con petróleo, gasolina, diesel, gasóleo y otros derivados que circula de un extremo a otro de nuestro territorio para dotar, si no de vida, al menos de energía, a un sinfín de motores e industrias.

Sólo que, como nos ha permitido ver nuestro Presidente, ese complejo sistema se he convertido en el principal objetivo de pequeños y grandes criminales que no dudan en perforarlo, cada pocos kilómetros, para sustraer el preciado combustible.

El huachicol, palabra que parece derivar del latín aquati, aguado, para referirse a una sustancia adulterada, se ha convertido, de pronto, en el nuevo gran mal de México. A él se debe la violencia sin tregua que azota a buena parte del País -Guanajuato, por ejemplo, que tan bien se había librado de la guerra contra el narco- y éste ha sido el responsable, asimismo, de la reciente tragedia de Tlahuelilpan.

La metáfora -la metafísica- no podía resultar más precisa: extraemos petróleo y lo convertimos en gasolina, o en su caso importamos gasolina que llega a nuestras costas en buques gigantescos, y luego construimos esa inmensa red de ductos para llevarla de un confín a otro, sólo para que buena parte de esa riqueza termine en manos de...

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