Jorge Volpi / El año de la ruptura

AutorJorge Volpi

Hemos vivido años de desencanto, de frustración, de rabia y furia.

En diversas partes del mundo, estos estados de ánimo más o menos comunes, ligados casi siempre a la actuación de la clase política y su incapacidad para resolver los graves problemas de nuestras sociedades, dieron paso a reacciones diversas y a veces encontradas, desde el ascenso del neofascismo representado por Trump o Bolsonaro hasta la victoria de unos cuantos Gobiernos de izquierda que representan tímidas formas de esperanza y sensatez, como la inesperada llegada al Gobierno español de Pedro Sánchez o la continuidad progresista en Uruguay.

En México, el triunfo de AMLO debe ubicarse como uno de los hitos de este segundo bloque.

En pocos lugares podrían detectarse más motivos para el desencanto y la rabia que en México: una incipiente democracia, nacida en el 2000, que en apenas 12 años fue capaz de traicionar todas sus expectativas.

Si el periodo de Vicente Fox puede caracterizarse por su falta de resultados, es en los años posteriores que se concentró la debacle.

Primero, por las consecuencias de la irresponsable guerra contra el narco: el capricho de Felipe Calderón, lanzado sin la menor prevención y sin la menor consulta, destruyó al País. Los 250 mil muertos ligados a la violencia desde entonces son el mayor testimonio en el planeta de la perversidad e inutilidad de dos políticas conjuntas, dictadas ambas desde Estados Unidos: la prohibición de las drogas y el combate militar al crimen organizado.

El fracaso de estas medidas ha sido espectacular: las drogas no han cesado un segundo de ser transportadas, distribuidas y consumidas por doquier, sin que sus precios siquiera hayan aumentado, y en cambio la espiral de violencia no ha hecho más que incrementarse.

De ahí que la legalización sea el único camino: Uruguay, varios estados de la Unión Americana y Canadá han comenzado ya con la mariguana, un primer paso que el Gobierno de AMLO ha prometido y no debería tardar en aprobar.

Por si fuera poco, el Gobierno de Enrique Peña Nieto fue -hay que subrayarlo- una auténtica cleptocracia. Como demuestran investigaciones como "La Estafa Maestra" y la acumulación de procesos contra distintos Gobernadores, la corrupción no fue una falla en el sistema, sino una política de Estado.

Desde el poder se diseñó un cúmulo de estrategias para desviar...

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