Jorge Suárez-Vélez / El país de la ilusión

AutorJorge Suárez-Vélez

Me preocupa la insistencia de este Gobierno en hacernos creer que existe otra realidad que nos negamos a percibir, en la cual todo está palpablemente mejor. Me preocupa también la insistencia en "otros datos". En otra época, a éstos se les conocía como "mentiras".

La realidad es una sola, y si bien podemos enfocarnos en números distintos, o presentarlos en formas diferentes, hay un límite a cuánto maquillaje resiste la verdad antes de dejar de serlo.

La afirmación del Presidente de que ya se controló el huachicol se reflejaría en un incremento en la venta convencional de gasolina, no hay tal. Según todas las cifras oficiales, la violencia está alarmantemente desbordada, mucho peor de lo que se reconoce. El Estado de derecho brilla por su ausencia.

La renuencia en investigar a Manuel Bartlett y la selectiva aplicación de la justicia por parte de Irma Eréndira Sandoval, Secretaria de la Función Pública, confirman que la impunidad impera.

En la investigación de la Estafa Maestra, es alarmante la detención sólo de Rosario Robles, si realmente se trata de un esquema que involucró a decenas de funcionarios, y que el juez sea pariente de Dolores Padierna hace claro que no se buscaba impartir justicia, sino venganza, porque Robles puso en evidencia las corruptas prácticas de René Bejarano, marido de Padierna.

Hoy México es aún menos transparente que antes, tres cuartas partes de las asignaciones de obra pública se han hecho directamente, sin licitar, y la reciente investigación sobre el programa de Jóvenes Construyendo el Futuro, hecha por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, subraya una larga lista de cuestionamientos sobre lo que podría ser una peligrosa simulación en un programa que es cardinal para este Gobierno.

Además, no crecemos. Nada. AMLO quiere acabar con la "obsesión neoliberal" de medir el crecimiento y no el desarrollo.

Le tengo malas noticias. Es imposible el segundo sin el primero. Con la esperanza de que me entienda, seré lo más didáctico posible.

Imaginemos que la economía es un pastel. Éste está dividido en rebanadas que, en efecto, son muy desiguales. A unos pocos les tocan grandes rebanadas que les permiten comer más de lo que necesitan, mientras que a muchos la rebanada no les alcanza para saciar su apetito.

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