Jorge Ramos / La gran adicción

AutorJorge Ramos

El auditorio estaba casi lleno. El gran Joaquín Sabina había salido al escenario y cantaba la primera canción de su primer concierto en Miami. El momento era mágico. Pero, de pronto, volteé a mi lado para ver la reacción de la gente y me encontré con cientos, quizás miles, de personas viendo su teléfono celular y no a Sabina.

En lugar de disfrutar ese momento irrepetible, una buena parte de la audiencia tomaba fotos y grababa el concierto en su celular. Parecía un mar de luciérnagas electrónicas. ¿Qué pensaría Sabina de que en lugar de verlo directamente muchos prefirieron hacerlo a través de una maquinita?

El celular nos acerca a los que están lejos, pero nos aleja de los que están cerca. He leído tanto esta frase que ya no sé ni a quién atribuirla. La realidad es que hay gente que literalmente vive y duerme pegada a su teléfono y que le entra un verdadero sentido de urgencia cuando recibe una llamada, texto, correo o tweet. Es decir, lo de lejos toma prioridad frente a lo que está cerca.

El celular es el gran interruptor de la vida. Lo interrumpe casi todo: conciertos, citas, trabajo, romances, fiestas, comidas, viajes... No hay nada que deje sin tocar. El incansable viajero y periodista Pico Iyer escribió recientemente que el norteamericano promedio pasa ocho horas y media al día frente a una pantalla. Además, los más jóvenes envían o reciben 75 mensajes de texto diarios.

El celular es la gran adicción de nuestra época. Es, no cabe duda, muy funcional. Es una minicomputadora con GPS, despertador, reloj, calendario, calculadora, directorio, cámara, pronosticador del clima, radio, libreta de apuntes, videograbadora, librería y central de juegos. Es casi todo lo que necesitamos para sobrevivir.

Pero, también, el celular nos lleva peligrosamente al aislamiento y a la muerte. No exagero ni soy dramático. En toda reunión social a la que he asistido últimamente, los celulares son como invitados de honor; tan importantes o más que las personas de carne y hueso que están ahí presentes. No hay nada más patético que una comida familiar en la que todos están usando el celular. "Comida de nucas", lo definió un twittero.

Cuando veo a alguien hablando por celular en una reunión, siempre tengo la incómoda sospecha de que esa persona no quería estar ahí y que preferiría estar en otro lado.

El celular nos acerca peligrosamente a la muerte cuando manejamos. Hay estudios que sugieren que utilizar un celular mientras manejamos es tan peligroso o más que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR